Reseña de Cómic
El Regreso de Barracuda
de Garth Ennis y Goran Parlov
Edición original: Marvel
Edición española: Panini Comics
A pesar de su prolífica carrera, y del enorme reconocimiento que ha amasado gracias a ella, Garth Ennis nunca ha mostrado un especial interés por los superhéroes. Sus incursiones dentro del género son limitadas y, entre ellas, la más conocida -en buena medida gracias a la serie de televisión- es The Boys. Una colección que, además, encierra una burla evidente hacia este tipo de historias. “Aparentemente, no se vislumbra un final para la saturación del cine y la televisión por parte de los superhéroes. Parecen ser la fantasía perfecta de esperanza y empoderamiento para un mundo que carece de ellos. Personalmente, al no haber crecido con superhéroes, los encuentro completamente idiotas”, afirmaba el guionista británico en declaraciones a “Los Ángeles Times” el año pasado.
“La noción de que el medio en el que trabajo está dominado (y, lamentablemente, definido) por un género tan estúpido no alimenta mi sentido de idealismo. Han arruinado los cómics, así que no hay razón por la que no puedan arruinar el cine y la televisión también”, continuaba el autor de series como Predicador o Hellblazer.
Queda claro, teniendo en cuenta estas palabras, que es prácticamente imposible pensar en que el norirlandés, en algún momento, esté dispuesto a coger los mandos de alguna serie capitaneada por un superhéroe convencional. Al menos, mientras que el personaje no cuente con las características imprescindibles para que el autor pueda desarrollarlo como gusta. Y lo cierto es que, hasta el día de hoy, no se me ocurre ninguno con el que el norirlandés pueda trabajar mejor que con Frank Castle: El Castigador.
La némesis perfecta
Como comentamos en Comicverso hace unas semanas, el Punisher: MAX guionizado por Ennis a principios de siglo es una de las mejores cosas que le ha pasado a Marvel en las últimas décadas. A lo largo de sus números, contenidos en España en 12 tomos de Marvel Saga, el creador tiene tiempo de sobra para sacar a la luz todos los recursos que le han caracterizado durante su carrera. Desde su desmedido interés por la guerra y la Historia, hasta su gusto por el ridículo, lo soez y la ultraviolencia. También encuentra páginas para mostrar a nuevos personajes interesantes y, al mismo tiempo, muy alejados de los clichés propios del género superheroico. Posiblemente, el mejor ejemplo a este respecto es el de Barrucada.
El desenfadado y brutal gigante de ébano, presentado por Ennis en el número 31 USA de Punisher: MAX, ni lleva un traje colorido ni cuenta con poderes sobrehumanos. En buena medida gracias a ello funciona perfectamente como némesis del bueno de Frank: insuperable con un arma en las manos y, sobre todo, muy difícil de matar. Después de un primer encontronazo con el Castigador, en el que todo indica que el antagonista no sale muy bien parado, Ennis decide recuperarlo para crear “El Regreso de Barracuda”: una historia independiente dentro de la colección y que, además, es perfectamente disfrutable incluso para aquellos que no hayan leído el resto de la serie.
Contenida por Panini en España dentro del octavo Marvel Saga y compuesta por cinco números, la obra muestra la vuelta de Barracuda después de que Castle lo diese por muerto en el anterior volumen. En esta ocasión, el excéntrico villano tiene que hacer de guardaespaldas del hijo simplón de un narcotraficante de Miami y, al mismo tiempo, derribar al presidente de un narcoestado sudamericano.
A vueltas con la historia de Sudamérica
A pesar del tono hilarante y soez que desprende hasta la última página del cómic, Ennis encuentra espacio para tocar de refilón la historia de Hispanoamérica durante la segunda mitad del siglo XX y, evidentemente, las consecuencias que tuvo la Guerra Fría para muchos de los países que la conforman; como el patrocinio de gobiernos afines por parte de las potencias globales y las conexiones de los primeros con el tráfico de drogas. Cabe recordar que el empleo de un contexto histórico en el trabajo del autor británico es una constante dentro de la serie; ya sea en lo que respecta a Vietnam, Afganistán, Rusia o Irlanda.
A pesar de que, normalmente, suele adquirir un tono sobrio cuando trata temas geopolíticos, en el caso que nos ocupa Ennis opta por caer en el ridículo. Así queda evidente cuando presenta a Leopoldo Luna, el gobernante de Santa Morricone. Histriónico y estereotipado, casado con una exactriz pornográfica y adulado por un cura pedófilo, el gobernante pasa el rato recordando los buenos tiempos en los que Ronald Reagan todavía ocupaba la Casa Blanca.
El resultado de este mejunge es una obra desenfadada y cumplidora. Una suerte de descanso hilarante dentro de una de las colecciones más serias y sesudas a nivel histórico del autor de Predicador. No es una obra maestra ni pretende trastocar mundos. Tampoco se trata de un ejercicio novedoso. Sin embargo, sigue siendo un cómic recomendable y digno del interés de todos aquellos que disfruten con el Ennis más desenfadado. El trabajo del norirlandés está acompañado por el dibujo de un Parlov que, posiblemente, no brilla tanto como en otros números de la colección, pero que sigue sentándole bien a la historia.