Reseña de Cómics
Creo en Frankie

Edición original: Vertigo/DC
Edición española: Norma Cómics (descatalogada)
Guion: Mike Carey
Dibujo: Sonny Liew y Marc Hempel

Hoy vamos a hablar de una serie que en el momento de su publicación hace 25 años pasó totalmente desapercibida y que, no obstante, constituye un ejemplo perfecto de la calidad y diversidad que Vertigo logró alcanzar en su madurez y que iba mucho más allá de las grandes series que a todos nos vienen a la mente cuando pensamos en ese sello.

«Creo en Frankie» es un tomo autoconclusivo que nos ofrece una historia divertida y entrañable que comienza con nuestra protagonista, Frankie, en un coche en mitad de un bosque intentando tener sexo por primera vez con un chico. Todo va bien hasta que de repente empiezan a llover conejos. Sí, conejos. Y parece que no es la primera vez que algo raro pasa cada vez que ella intenta intimar con alguien. Y es que Frankie guarda un secreto; tiene su propio dios personal.

El problema es que ese dios, que la protege desde pequeña, que la cuida y la mima, concediéndole cada pequeño capricho (las páginas en las que se la ve jugando al escondite o las canicas con sus amigos son tronchantes) es un poco posesivo y no le gusta compartir el afecto de su única acólita. Esto da lugar a situaciones divertidísimas y surrealistas (sobre todo los flashback de la infancia realizados en un estilo cartoon) y la cosa termina de complicarse cuando por fin Frankie encuentra el que parece el chico perfecto, por más que la mejor amiga de nuestra protagonista (y enamorada en secreto de ella) no lo tenga tan claro.

Lo mejor, el final, que cuando crees que ha terminado de forma convencional, da un giro que te deja con una sonrisa en la cara.

Al dibujo tenemos a un ilustre desconocido, al menos para mí, Sonny Liew, con un trazo perfecto para la obra y que recuerda a un Sam Kieth más limpio y con una narrativa más convencional. Y, acompañándole en las escenas de flashback, tenemos al más conocido Marc Hempel que, con su estilo cartoon, realmente hace olvidar su discutible trabajo en Sandman.

En resumen, un cómic que no es trascendente (ni lo busca) pero está tan bién hecho, con tanto cariño y tiene tantos giros y sorpresas qué es imposible no acabarlo sin sentirse satisfecho, y que se deja a mano en la estantería para volver a releerlo de nuevo en un futuro cercano pues es de esas obras que no te cansas de disfrutarlas.

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