Reseña de Cómic
Mono de trapo. Antología.
de Tony Millionaire

Juan Agustí


Editorial española: Editorial Barrett (IX-2020)
Título original: Sock Monkey Treasury
Editorial original: Fantagraphics, (III-2014), Estados Unidos
Guion, dibujo y color: Tony Millionaire
Traductor: Esther Cruz Santaella
Encuadernación en cartoné
(edición fastuosa, dicen los editores)
338 páginas. Color.

ISBN: 978-84-121353-9-8
39.00 €

Es difícil encontrar obras de actualidad que se puedan calificar como clásicas desde el primer momento. Este es el caso de las aventuras de Gabby, un feo mono de trapo y su inseparable compañero de felpa, Don Cuervo, a los que más tarde se unirá la muñeca Pulgadas. Los tres correrán toda suerte de aventuras rodeados por una atmósfera inquietante, causando estragos a su paso.

Es difícil ponerle etiquetas a esta obra: ¿nos encontramos ante una fantasía infantil o ante los delirios de un anciano? ¿estamos leyendo un oscuro cuento de hadas o una surrealista historia de aventuras? ¿delicada poesía o un grito de angustia desesperado? De lo que no cabe duda es que nos enfrentamos a una obra tremendamente personal.

Inocencia y una descarnada crudeza se mezclan a partes iguales a lo largo de sus páginas: por ellas desfilarán inocentes meriendas campestres seguidos de terribles golpes del destino. La desazón va creciendo según avanzamos la lectura de los diferentes episodios de este magnífico libro. Al final, una se queda con un regusto extraño. Todo es una terrible metáfora de la sensación de que ese supuesto control que uno tiene de su entorno no es nada más que un engaño al que nosotros mismos nos sometemos, ayudados por la sociedad que nos rodea.

El recopilatorio comienza con los ocho comic books en blanco y negro que publicó Dark Horse entre septiembre de 1998 y agosto de 2003, y que aquí componen los ocho primeros episodios. No es la primera vez que se editan en España: Rossell ya tradujo en enero de 2008 el primer recopilatorio americano de la serie con los cuatro primeros números, si bien lo hizo en una edición de menor tamaño que la actual, pero que incluía la introducción que escribió para tal ocasión John Flansburgh, guitarrista del grupo They Might Be Giants.

La infancia recreada es uno de los ingredientes básicos de Sock Monkey. Los abuelos paternos de Tony vivían en una gran casa victoriana, en Newton, Massachusetts (la localidad donde transcurre el episodio titulado Los cazadores), que según recuerda su autor, se encontraba repleta de escaleras. Allí, con dos o tres años, pasaba el tiempo jugando con su prima Ann Louise durante las fiestas navideñas. Un año, su abuela le regaló un mono hecho con calcetines y relleno de lana, que su prima acostumbró a utilizar en sus juegos. Ambos creían firmemente en que un pequeño hombrecito vivía en uno de sus escondites, así que le dejaban una pequeña manzana en una pequeña mesa de la casa de muñecas…. Ese es uno de los tipos de cosas que le gusta recrear al autor en esta obra, tal y como se narra en el episodio titulado Trumbernick.

Sus otros abuelos eran pintores y vivían cerca del mar algo más al norte, en Gloucester, al lado del cabo Ann, desde donde se pueden avistar ballenas. Por eso, varias historias del tío Gabby están ambientadas en viejos veleros, de hecho, las novelas de Patrick O’Brian planean dentro del cerebro de Millionaire. Comienzan así a insertarse en la historia referencias literarias, más o menos obvias, que van desde Melville, Swift o Mary Shelley hasta Lord Byron, la Oda a una urna griega de John Keats y El paraíso perdido de John Milton. Muchas de ellas están relacionadas con la literatura infantil y, aunque algunas de ellas resulten relativamente fáciles de identificar (como puede ser el caso de Lewis Carroll o de A. A. Milne), otras resultarán más lejanas, como El pudding mágico de Norman Linsday o las historias de Raggedy Ann de Johnny Gruelle, ya que son mucho menos conocidas en nuestro entorno.

Cada episodio comienza en un hogar victoriano diferente, siempre dibujado a partir de un modelo real, tanto en su aspecto externo, como en la representación de los interiores. Muchas de estas viviendas pertenecen a distintos barrios del distrito de Brooklyn, como Clinton Hill o Prospect Park South. Sin embargo, durante esa época, su autor, Tony Millionaire, vivía en Williamsburg, uno de los barrios más bohemios durante los años noventa, cuando las historias sobre sus juergas eran leyendas locales, como afirma Flansburgh.

Seguramente, y por muy extraño que pueda parecer, estemos asistiendo a alguna de ellas, a tenor del contenido de la acción. Bordeando el abismo, vaya: después de que el autor demuestre su elevado grado de sensibilidad podemos encontrarnos con signos radicalmente opuestos. Esta diferencia se vería mucho más clara si el lector pudiese contemplar alguna muestra de Maakies, una tira diaria que se publicó durante años en el semanario New York Press y otras revistas parecidas.

Sus protagonistas son unos personajes aparentemente similares a los de este Mono de trapo (de hecho, se llaman Uncle Gabby y Drinky Crow), pero son de muchísima peor catadura. No son meros muñecos, sino que  han cobrado vida. Pero es que además, son alcohólicos, violentos, tienen tendencias suicidas y son propensos a las enfermedades venéreas. En la edición de Rossell que comenté anteriormente se incluyen cuatro muestras de Maakies, uno al final de cada episodio.

La antología continúa con una delicada historia en color, El pomo de cristal, realizada a la manera de cuento ilustrado, siguiendo la edición de Dark Horse de 2002. Tras los últimos y perturbadores episodios de la serie inicial (especialmente, los titulados Una cría de pájaro y Corazón roto), vuelve a asomar la magia infantil, como si con cada nueva aparición de los personajes renaciese de nuevo su candidez y los avatares por los que han pasado no hubiesen hecho mella en ella.

Después, una nueva aventura marinera aguarda al dúo protagonista, a la que definitivamente se incorpora la muñeca Pulgadas. Esta miniserie de cuatro números de los años 2006 y 2007 es, seguramente, la parte más floja de la obra, en tanto que su aportación a este universo de fantasía es algo pobre. Se me antoja algo repetitiva, aunque contiene algunos detalles interesantes, evidenciándose aquí múltiples referencias gráficas: Chic Young, E.C. Segar, Bud Fisher, de nuevo Johnny Gruelle. Si habéis leído Billy Avellanas, la otra obra del autor traducida al castellano (reeditada por La Cúpula hace un par de años), encontraréis bastante similitudes entre ambas, además de conocer más detalles sobre la familia de Ann Louise, los Rimperton.

Resulta inevitable no pensar en las tiras de cómics más clásicas de la prensa norteamericanas mientras se está inmerso en la lectura de Sock Monkey. Algunos imágenes de Tío Gabby, la última historia contenida en este libro, parecen realizadas por el mismísimo Winsor McCay. En ellas, el color inunda de nuevo las aventuras del trío, en una soberbia conclusión tan inquietante como poética. La memoria le juega malas pasadas a Tio Gabby. Como él mismo dice: “con cierta frecuencia me topo con recuerdos de experiencias que no pueden ser mías”. Su vida no es más que una acumulación de anhelos, ensoñaciones y expectativas. No está mal para ser un mono realizado improvisadamente con unos calcetines viejos y un pompón.

Deja un comentario

Por favor, escribe tu comentario aquí
Por favor, escribe tu nombre aquí

He leído y acepto el Aviso Legal y la Política de Privacidad *

Información básica sobre Protección de Datos:
Responsable: Comiverso, blog de comics
Finalidad: Gestionar los comentarios
Legitimación: Tu consentimiento 
Destinatarios: No se cederán datos a terceros, salvo autorización expresa u obligación legal.
Derechos: Entre otros, a acceder, rectificar, limitar y suprimir tus datos.

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.