Reseña de cómic:
Magasin Général (Libros I y II)
de Loisel y Tripp
Rodrigo Alonso
Editorial española: Norma Editorial
Guion: Régis Loisel
Dibujo: Jean-Louis Tripp
Tapa dura. 220 páginas.
Precio: 35,00 €

El buen cómic no tiene nada que envidiar a la literatura convencional cuando el autor y el dibujante están dispuestos a dedicar el tiempo, y el esfuerzo, necesarios para crear una obra redonda. A lo largo de mi vida, he tenido ocasión de comprobar que la distancia entre las (supuestas) culturas «alta» y «baja» son muy inferiores de lo que muchos se piensan. Que hay cómic malos a patadas. Igual que ensayos, poemarios o novelas que no valen ni el precio de las tapas que los recubren. Luego, evidentemente, están las obras maestras o las, simplemente, notables o correctas. Y, en una posición distinguida, mis favoritas, que son con las que un lector concreto es capaz de alcanzar un grado de intimidad excepcional. Que se devoran de una sentada y, cuando terminan, consiguen hacerte más feliz. E, incluso, convertirte en mejor persona.
Eso, precisamente, es lo que representa para mí, sin ninguna duda, Magasin Général: una oportunidad genuina para revisar mi código moral. Para cuestionarme y para retarme a ser mejor de lo que era.
Mejor de lo que soy.
Hace exactamente un año, cuando la Covid-19 no había salido del papel del periódico y nadie llevaba mascarilla, Norma lanzó en España el primer integral (de tres) destinado a recopilar la historia de la distante Notre-Dame-des-Lacs tejida por Loisel y Tripp en 2006. Esa suerte de Macondo que se mantiene al margen de la modernidad y las luces de los «felices años 20» del siglo pasado.
El cómic recibió muy buenas palabras en blogs divulgativos y foros de internet. Sin embargo, tengo la sensación de que no llegó a hacer tanto ruido como otras grandes propuestas del europeo recuperadas en 2020, como El Camino de la Espada.
Todo indicaba que el segundo tomo llegaría a mediados del año pasado. Sin embargo, pandemia mediante, los lectores hemos tenido que aguantar las ganas y esperar hasta la semana pasada para poder continuar con la historia. Demasiado para los que ya nos habíamos adentrado en el agreste y apartado pueblo canadiense y habíamos tenido oportunidad de mezclarnos con sus gentes. De vivir sus vidas, juzgar sus valores y ponerlos al lado de los nuestros. Quizá más para comprobar si nosotros damos la talla que para ver si la dan ellos. Porque muchos de los problemas que se presentan en esta historia, que data de los años veinte del siglo pasado, siguen presentes en nuestros días. Quizá de una forma menos acusada, como es el caso de la homofobia y el machismo. Pero persistentes.
Y es que, para qué engañarnos. No somos perfectos. Todos tenemos nuestros prejuicios y nuestros pecados. Por deformación social, por defectos en nuestra educación o por falta de empatía. Somos lo que somos. Pero eso no implica que no podamos ser mejores. Si rebuscas en tu conciencia, y arañas un poco sobre tu orgullo, te darás cuenta de que te equivocas constantemente. De que ahora mismo, según lees estas líneas, hay un millar de cosas que podrías hacer, o digerir, de otra forma. Y no para darle gusto a nadie. Solo para ser más feliz. Sino, que se lo pregunten a Marie Ducharme, la protagonista de la historia que nos ocupa.
En las primeras páginas del cómic, Loisel nos presenta a una Marie recién enviudada y tremendamente empequeñecida. Constreñida hasta los límites de lo posible por sus obligaciones, que la hacen a trabajar de sol a sol en un almacén que, además, es la clave de la supervivencia del pequeño Notre-Dame. Atada por los convencionalismos sociales, que la impiden ser feliz e, incluso, compartir casa con Serge Brouillard, que llega al pueblo en el primer integral y no tarda ni dos páginas en convertirse en la piedra angular de la obra.
El espigado y amable cosmopolita, veterano de la Gran Guerra y grandísimo cocinero, altera tremendamente la cotidianidad del pequeño pueblo canadiense. Tanto que, si al final del primer tomo los cambios que provoca en Marie y en su perspectiva de la vida ya son notables, hacia el ecuador del segundo integral, alcanzan el grado de radicales. Y lo mismo se puede decir del resto de los habitantes de Notre-Dame, cada vez más distantes de la imagen proyectada por Loisel en los primeros impases de la obra. Desde el anciano y misántropo Noel, hasta Rejean, el joven sacerdote de la localidad, pasando por Gaetan, un chaval duro de mollera que se ha convertido en mi gran debilidad.
Mientras el pueblo florece, el guionista, acompañado por el excelente trabajo artístico de Tripp, deja retazos del día a día de Notre-Dame realmente enternecedores. Porque los pecados del pueblo, igual que los tuyos o los míos, no son insalvables. Y porque tampoco los convierten necesariamente en malas personas. Solo en seres humanos. Esto Loisel lo muestra de forma natural, sin hacer el más mínimo esfuerzo en adoctrinar al lector. Simplemente, invitándole a abrir los ojos y vivir como él quiera hacerlo. No como el resto del mundo espera que lo haga. Un mensaje vitalista hasta el extremo proyectado de forma inteligente.
Teniendo en cuenta todo esto, podría escribir que Magasin Général es una obra «imprescindible». Pero casi prefiero decirte que ahora, apenas 24 horas después de haberlo leído todo, lo que más me apetece es volver a empezar desde el principio. Quizá, si decides darle una oportunidad, y dejar aparcado el Marvel Must Have en la librería, te pase lo mismo.