Reseña de cómic
La divina comedia de Oscar Wilde
de Javier de Isusi
Lorenzo Araya Suárez
Editorial: Astiberri
Autor: Javier de Isusi
Encuadernación en cartoné. Color. 376 páginas.
3ª edición: diciembre de 2020
ISBN: 978-84-17575-02-1
Precio: 29,00 €

Ya todo el mundo sabe que este libro ha recibido el Premio Nacional del Cómic 2020. Lo cierto es que tenía todas las papeletas para entrar en la disputa por tal galardón, cumpliendo los dos requisitos básicos que encontramos en casi todos los premiados anteriores: trata de un tema culto, que resulta atractivo a aquellos que buscan coartadas intelectuales para dar pátina de producto maduro e importante (oye, que la biografía de los últimos y desgraciados años de Oscar Wilde es cosa seria); y una presentación llamativa: desde un formato físico encantador (un libro grueso, pero de pequeño tamaño, que casi dan ganas de comérselo a besos por manejable y bonito) a una construcción narrativa tan original como efectiva (luego daré algún detalle más sobre esto).
De Javier de Isusi ya había leído hace algunos años su «He visto ballenas», obra interesante, pero que no me dejó tan honda impresión como esta «Divina Comedia» (ni, ya puestos y comparando aquella a un cómic de temática semejante, como la maravillosa adaptación que Toni Fejzula nos ha ofrecido de la novela «Patria»).
El título de este cómic precisamente apunta a ambos niveles mencionados al principio: nos narra el descenso a los infiernos de Oscar Wilde y, al mismo tiempo, nos presenta todo el relato como si se tratara de una representación (en primer término teatral, pero va más allá de esta restricción formal).
Es bastante conocida la peripecia vital del protagonista, Oscar Wilde: su éxito en Londres, su caída en desgracia, previo paso por prisión, y su triste final en París. Es desolador comprobar cómo una sociedad pacata y miserable ejerció tal proceso de destrucción sistemática sobre un individuo indefenso; no consuela, sino más bien lo contrario, saber que no ha sido el único caso, hasta el punto de que quizá no haya mejor crónica general de esta clase de infamia que la novela de Kafka «Der Prozess».
El humor que transita el libro (y que era marca de fábrica del propio Wilde: ser gracioso le era inevitable), así como la mencionada apariencia de espectáculo, no mitigan la indignación que cualquier alma sensible siente ante tal injusticia.
Javier de Isusi introduce otro elemento en este juego de la representación que casa muy bien con la historia real de la tragedia del protagonista. Donde Oscar Wilde introduce un juego de espejos teatral, puesto que en París (el teatro parisino o, lo que es lo mismo, el teatro del mundo) ya no era Oscar Wilde sino Sebastian Melmoth, sin poderse decidir si Wilde hace el papel de Melmoth o Melmoth se comporta como Wilde, ahí el autor de este cómic introduce otro juego de espejos, en el cual los amigos de Oscar Wilde dan testimonio sobre él en primera persona. Pero lo más sorprendente y sugestivo del recurso es que no son en realidad ellos los que hablan, sino sus espíritus desde algún lugar de la eternidad.
Esta huida hacia el olvido presidida por el dolor y regada en absenta se nos presenta gráficamente empaquetada en una construcción de la página bastante libre: encontramos desde las clásicas tres filas de viñetas hasta dobles páginas, pasando por todas las opciones intermedias, en un alarde de autoridad narrativa que está siempre al servicio de la propia narración, no como mero lucimiento técnico.
Aunque realmente no hay viñetas en sentido de cuadrícula definida por «gutters», sino que es el propio dibujo el que delimita el espacio de la viñeta, en un formato que me recuerda al usado típicamente por autores como Jules Feiffer. Incluso el estilo de dibujo va en esa misma línea: es suelto y estilizado, buscando más la representación psicológica de los personajes que la exactitud fotográfica.
Quizá me funciona peor el uso de las aguadas que, no sé si a causa de la reproducción o por ser así en el original, me resultan a veces un poco toscas, aunque en otras ocasiones son precisas y elegantes.
Gran parte del cómic consiste en conversaciones y, como ya apunté, testimonios en primera persona, y resulta admirable cómo Javier de Isusi maneja tales escenas: en ningún momento se hacen monótonas ni pesadas. Todo lo contrario, es tal su virtuosismo y versatilidad, su manejo de los matices del gesto, que son casi los mejores momentos de este cómic.
Para terminar, se incluye al final una breve semblanza de los amigos y conocidos de Oscar Wilde que hemos ido viendo desfilar por las páginas de la obra, reincidiendo en el juego de realidad o representación que la obra venía siendo desde su mismo inicio: ¿son aquellos las personas de que habla la biografía o, más bien, los personajes de la recreación narrativa cuyos actores saludan al público terminada la función?
En todo caso el autor se ha preocupado por documentarse bien acerca de los hechos que relata, como constatan el introductor del libro, el conocido poeta y cronista pop Luis Antonio de Villena, y la bibliografía que lo cierra. Más espejos en la divina comedia de tragedias y farsas que Marx reconoció en la Historia Universal, pero que, en todo caso, está compuesta de historias particulares, como lo es la historia muy particular, y por eso muy divina en sentido griego (no se nos pase por alto que Wilde era experto en el mundo clásico, particularmente en los poetas griegos), de Oscar Wilde.
En conclusión, estamos ante un excelente cómic, digno ganador de un premio que, más que engrandecer la obra, es engrandecido por ella, que ya sabemos que no son los premios los que dan prestigio a los premiados, sino los premiados a los premios.