Reseña de Cómic
Jamás tendré 20 años
de Jaime Martín

Marcos Ordóñez Fernández
Canal Cómics XXI


Editorial original: Dupuis
Editorial española: Norma Editorial
Guión y Dibujo: Jaime Martín
Cartoné. Color. 120 páginas.
22,00 €

ISBN: 978-84-679-2470-1

Este trabajo se publicó primero en 2016 en Dupuis para el mercado francófono, y a continuación apareció en España de la mano de Norma. Jaime Martín consiguió una obra muy importante con “Jamás tendré 20 años” por diversas razones.

El álbum nos presenta la historia de los abuelos del propio autor, una historia que ocupó a buena parte de su familia para enlazar las diferentes partes y reconstruir un relato que arranca en vísperas de la contienda fratricida española en 1936. De hecho la clave del misterioso título del álbum viene de la pena que tiene Isabel, una de las protagonistas, al ver que el estallido de la guerra no le va a permitir alcanzar la edad titular.

La reconstrucción histórica es espectacular, y en todas las diferentes décadas que se recorren todos los detalles están en su sitio y nada se echa en falta. Contemplamos un Hospitalet de Llobregat de los años 40 y 50 con cuatro calles y un ambiente rural, donde ver un coche circulando era algo que dejaba atónito a cualquier espectador.

Todo lo que Jaime Martín nos cuenta desprende realidad, y nos hace percibir muy cercanos los sentimientos y las relaciones entre los personajes, algo similar a los estilos de Carlos Giménez y de Paco Roca. Precisamente con Roca comparte Jaime el estilo gráfico y el color, aunque su dibujo es más elaborado. La narración fluye bien engrasada haciéndonos vivir treinta años de historia, con importantes elipsis muy bien calculadas.

El álbum tiene más de 100 páginas y se estructura en tres capítulos y un prólogo que va a marcar desde el inicio la solemnidad de lo que se va a contar. Esa presentación con la que se abre la historia nos sitúa a finales de los años setenta, cuando abuelos y nietos salen a disfrutar de un día de campo.

Los niños han organizado una batalla con armas de juguete y, al contemplar la escena, a la abuela Isabel algo se le remueve por dentro y comienza a llorar. La primera elipsis nos lleva a la Melilla de marzo de 1936, donde la vida transcurre alegre para una Isabel muy joven que vive en los años de la República con todo el progreso y libertad que había llegado a España. Ella es una luchadora contra las injusticias y está afiliada al sindicato CNT. Conoce a Jaime, quien más adelante será su marido. Estalla la guerra y debe huir antes de que alguien la delate.

El siguiente capítulo está dedicado a Jaime alistado en el ejército republicano durante la guerra y a la contienda en sí. Con sus compañeros, en los descansos del combate, demostrará sus habilidades con el boxeo, al que siempre ha sido muy aficionado.

La tercera parte, que ocupa casi la mitad del libro, nos descubre la vida de Isabel y Jaime en la larga posguerra. Sin desmerecer a las otras, ésta es la que más me ha gustado. Comienza con el terrorífico susto que sufre Jaime, cuando de madrugada vienen a buscarle para invitarle a un paseo… hacia la muerte.

Por suerte, el oficial del pelotón de ejecución lo reconoce como el mejor boxeador del barrio y le hacen volver a casa. Esta es una escena vital tras la que se esconde la figura de la delación, un peso que Jaime soportará durante muchos años. En sólo dos viñetas se transmite una gran intensidad dramática cuando Isabel ve acercarse a su marido como un muerto que camina, completamente ausente.  El autor demuestra una gran destreza en pequeños detalles como éste, que transmiten una gran emoción al lector.

En las dos primeras partes la guerra es la protagonista y por ella uno puede transitar bien como narrador. Los acontecimientos fueron los que fueron y los personajes se ven involuntariamente involucrados en esa locura. En la guerra hay muchos momentos colectivos, hay muchos marcos comunes a los que acogerse y Martín lo hace sabiamente.

Pero en la posguerra la situación es más individual, se circunscribe a la familia y los sucesos han de captar igualmente nuestra atención. Es más complicado hacer interesantes hechos más particulares, privados, íntimos, pero Jaime Martín sabe llevarnos por ese periplo de sufrimiento y renacimiento con gran maestría.

Jaime e Isabel harán de la necesidad virtud y “reciclando” objetos que acaban en la basura, y especializándose con el tiempo en el vidrio y con diferentes envases conseguirán sacar adelante a la familia y sobrevivir en unos tiempos durísimos, sin ley, dentro de un régimen que busca siempre la venganza hacia los que osaron defender la legalidad en 1936.

El discurrir de las vidas de Isabel y Jaime son el ejemplo de tantísimas familias que lucharon para seguir viviendo y consiguieron levantar la cabeza con orgullo. Es un testimonio brillante de un país deshecho por la barbarie de la guerra.

En las páginas de extras, Jaime Martín nos regala una pequeña muestra del álbum familiar y podemos ver fotos de Isabel, Jaime y otros miembros de la familia. Hay una instantánea en la que percibimos que pese a la adversidad ellos esgrimen una sonrisa mientras pedalean con sus hijas pequeñas en sus bicis en el recinto de Montjuïc, un día de 1947.

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