Reseña de cómic
Esposas prohibidas de siervos sin rostro
de Neil Gaiman
Guion: Neil Gaiman
Adaptación y dibujo: Shane Oakley
Edición española: Planeta Cómic
Edición Original: Dark Horse
La publicación de Sandman, entre 1989 y 1996, supuso una revolución en el mercado del cómic book americano que dura hasta hoy día. La serie demostró que hay sitio para las historias adultas fuera de universos superhéroicos y convirtió automáticamente a Neil Gaiman en un peso pesado de la industria. Uno de los cinco primeros que salen en cualquier lista de mejores guionistas de cómics.
Esta consideración ha perdurado hasta hoy día, a pesar de que sus trabajos en el medio se han dado con cuentagotas y ninguno ha logrado el nivel de calidad que consiguió en los 90 (salvo Sandman: Obertura).
En este tiempo, Gaiman ha colaborado sobre todo con Marvel, dando como resultado 1602 (que es correcta pero rutinaria) y Los Eternos que parece obra de un guionista del montón. Pero el nombre del guionista sigue atrayendo a los lectores y se siguen sacando productos si no directamente guionizados por él, si basados en sus historias. Este es el caso del cómic que hoy reseñamos: Esposas Prohibidas de Siervos Sin Rostro en la Mansión Secreta de la Noche del Aciago Deseo. Un título casi más largo que el propio cómic y basado en un relato corto del propio Gaiman incluido en su libro Humo y espejos.
En busca de «la realidad»
La obra es un ejercicio de estilo y contiene una pequeña historia que mitad homenajea, mitad parodia, los relatos pulp y específicamente los escritores de estilo gótico y de terror. La acción se centra en la figura de uno de esos escritores, que vive en una mansión encantada rodeado por todos los tópicos del genero: el mayordomo deforme y siniestro, los horrores que viven en el sótano, un cuervo que habla, apariciones de fantasmas, etc.
Lo más curioso es que, además, el autor está centrado en escribir un libro que refleje la «realidad». Y esa realidad, para él son esas historias de maldiciones o esas mujeres virginales que se ven perseguidas por espíritus y zombies. Sin embargo, su mente constantemente le hace distraerse. Tanto que siempre acaba escribiendo sobre cosas mundanas, problemas domésticos, parejas en crisis y, en fin, las típicas historias que encontramos en los «slice of life» que en su mundo (y aquí está la gracia) son consideradas historias de ciencia ficción. Y es que el protagonista es un escritor «serio» que solo escribe de la vida real.
En el libro original la historia funciona muy bien; un relato corto escrito de forma muy ágil que critica a los que desprecian la literatura de género; corto, divertido y bien escrito. Pero en su traslación a viñetas pierde esa agilidad y ligereza y se convierte en un relato bastante ramplón que, aunque respeta la mayoría de diálogos de Gaiman, no termina de funcionar.
El dibujo de Oakley (el responsable completo de la adaptación) es lo mejor de esta historia, especialmente en las páginas en blanco y negro. Con un estilo que recuerda a Kelley Jones pero con un trazo mucho más geométrico, tiene una capacidad para el contraste entre blancos y negros genial y una narrativa bastante buena. El diseño de personajes, de escenarios y de página es más que bueno, pero hay historias que no funcionan en la adaptación a otros medios y esta quizá sea una de ellas.
De acuerdo con esto, se trata de un cómic entretenido, una curiosidad muy bien ilustrada que merece la pena por el dibujo y por los diálogos de Gaiman, pero a la que le falta peso para sostenerse por si misma y que puede engañar más de uno al ver el nombre de Gaiman en la portada.