De nuevo nos encontramos sumidos en un nuevo estado de alarma, metidos de lleno en la segunda ola de la pandemia.
Es un buen momento, por tanto, para revisar estas tres obras que nos proporcionan diferentes puntos de vista del confinamiento al que nos vimos sometidos durante toda la primavera pasada.
Tres visiones distintas, lúdicas todas ellas, y que posiblemente sólo tienen eso en común. Por supuesto, estos no son los únicos tebeos que se han publicado con este tema, pero seguramente sí son los más representativos.
Reseña de Cómic
El murciélago sale a por birras
de Álvaro Ortiz
Edición española: ¡Caramba! (VI-2020)
128 páginas. b/n. 17 x 17 cm
Encuadernación en rústica con sobrecubiertas
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Comencemos nuestro repaso por el tebeo de Álvaro Ortiz. El murciélago sale a por birras es puro cachondeo. Su lectura me cogió desprevenido por muchos motivos, pero uno de ellos es que la última obra suya que había leído, Dos holandeses en Nápoles (2016), tan absolutamente distinta a esta, no me había dejado buen sabor de boca: aún resultando una lectura realmente interesante, y encima tratándose de una iniciativa loable (fue la segunda incursión en el terreno del cómic del Museo Thyssen-Bornemisza), pecaba en exceso de academicismo y estaba lastrada por una narrativa demasiado estática, por lo que como tebeo no funcionaba del todo bien. Sin embargo, en El murciélago sucede todo lo contrario: te engancha desde el primer momento y se lee de un tirón gracias, entre otras cosas, a su ritmo frenético. Irreverente e irónica, resulta extremadamente divertido ver a tanto personaje con máscara y sin mascarilla, asistir al enfrentamiento entre el Hombre Murciélago y el Pangolín Ajusticiador, advertir la presencia de policías de balcón o confirmar la existencia de una nueva escala de valores basada en la categorización de las distintas variedades de birras. ¿sabíais que esta palabra ya está admitida por la RAE?
Reseña de Cómic
Manifiestamente anormal
de Max
Edición española: La Cúpula (VI-2020)
36 páginas. bicolor. 24 x 17 cm.
Grapa
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Bastante más cabreado está Max. Desde luego, no se le va a pasar el cabreo por poder salir a comprarse unas latas de cerveza. Comienza su tebeo como una terapia, como si le hiciese falta utilizar sus viñetas como válvula de escape. Pierde la paciencia y despotrica contra todo, incluyendo a los que despotrican contra todo. Unas páginas después, parece que se centra y se vuelve más certero en la crítica de determinadas actitudes, pero la rabia contenida sigue presente a cada instante. Baste como ejemplo señalar que propone que levantemos un gigantesco Arco del Triunfo del Recorte como reparación simbólica del daño causado por el virus. Su trazo minimalista, despojado ya hace tiempo de todo elemento superfluo, refuerza el carácter visceral del mensaje que trata de transmitir. En Manifiestamente anormal el autor termina por confesar que el humor desarrollado a lo largo de su carrera le sirve de parapeto para no tener que enfrentarse a una realidad agotadora.
Reseña de Cómic
Días de alarma
de Víctor Coyote
Edición española: Salamandra Graphic (IX-2020)
80 páginas. 17,7 x 24,6 cm. (a la italiana)
Encuadernación en cartoné con sobrecubiertas
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Días de alarma es la más poliédrica de estas tres obras. Vivencias personales, anécdotas y homenajes, algún que otro desvarío y muchas inteligentes apreciaciones se mezclan en esta tira diaria de Victor Coyote, que fue publicada inicialmente en Instagram y que ahora se ve recopilada en formato libro.
Experto en semicatástrofes y explorador de vericuetos, las historias que cuenta Victor mejoran cuando se leen de manera conjunta, como si de imágenes caleidoscópicas se trataran. Sus reflexiones acerca de los aplausos a los sanitarios, el teletrabajo o la apertura de las terracitas son como esos minúsculos cristales de colores que, si bien individualmente tienen un significado limitado, cuando los agitas van tomando diferentes formas hasta que, vistos en conjunto, componen una forma geométrica más bonita y sofisticada. No se trata de deslumbrar, ni tampoco de dejar una honda impresión en el lector, sino de entretener al corazón y acariciar al cerebro.
Por cierto, me permito señalar en este punto que los tres últimos discos en solitario de Víctor —y muy especialmente, los dos últimos (De pueblo y de río, 2014; y Las comarcales, 2020, publicado pocos días antes de que comenzase el estado de alarma)— son de lo mejorcito que ha dado la música nacional de los últimos años con mucha diferencia.
Estos discos han pasado prácticamente desapercibidos, cosa que me parece del todo incomprensible. Claro que a mí tampoco me gustó Blade Runner, pero sin embargo pienso que Alien es una obra maestra, Víctor.