Reseña de cómic
Kingdom Come
de Mark Waid y Alex Ross

Jorge Merenciano González
@Vaerun1


Editorial original: DC Comics
Edición española: ECC Ediciones
Guion: Mark Waid
Dibujo: Alex Ross
Rústica (tamaño reducido). Color.
ISBN: 978-84-18974-11-3
9,95 €

En 1996 la industria del cómic americano estaba en una de sus mayores crisis hasta la fecha. Los image boys habían llevado a unas ventas que no se volverían a alcanzar nunca, y la especulación estaba destruyendo por dentro las diferentes tiendas especializadas.

Los superhéroes habían malentendido obras como Watchmen o El Regreso del Caballero Oscuro y acabaron adoptando su oscuridad en vez de criticarla, haciendo que todo estuviera lleno de grises y matices alejados de los años en el que los superhéroes luchaban por un mañana mejor.

Ante esta situación surgieron dos proyectos muy parecidos y a la vez diferentes entre sí, con dos guionistas que adoraban sus respectivos universos y un dibujante en común que las encumbraría al podio de las mayores obras de sus respectivas compañías. Me refiero a Marvels (Kurt Busiek y Alex Ross, 1994), y a Kingdom Come, la obra a reseñar tras esta breve introducción y que llevaron a cabo en 4 números Mark Waid y Alex Ross.

Kingdom Come parte de la base en la que casi nos encontrábamos en sus años de publicación: ya no hay hueco para los héroes clásicos y éstos se han visto sustituidos por versiones modernas de ellos que no respetan tanto las leyes, que son mucho más grises y no les importan llevarse por delante las víctimas colaterales que hagan falta con tal de cumplir su misión.

En este mundo, héroes como Superman o Green Lantern dieron un paso a un lado hace años al ser rechazados por la sociedad por la que tanto lucharon. Pero cuando una catástrofe obligue a Superman a volver a Metropolis, este se dará cuenta de que nunca debió haber abandonado.

Sin embargo, a lo largo de la obra nos vamos a ir dando cuenta de cómo los tiempos han cambiado y, a pesar de que la solución no pasa por cruzar ciertas líneas y no atenernos a las consecuencias, tampoco valen las viejas soluciones de antaño.

Personalmente he visto durante toda la obra un claro mensaje a los cómics de estos años, no como crítica al noventerismo de dientes largos y excesivos, sino también a la necesidad de avanzar como medio y contar otras historias que no se resuelvan encarcelando a los malos de manera infinita y permitiendo que vuelvan a escapar para que sea un ciclo sin fin.

Kingdom Come generalmente es definido como una de las mejores obras de Superman, y personalmente no puedo estar de acuerdo con esta afirmación. No me malinterpretéis, me ha parecido una obra maestra dentro del Universo de DC y de las mejores historias corales que he leído, porque es una carta de amor a todo su universo y a lo que significan estos personajes, pero no muestra una versión definitiva del hombre de acero.

Es una visión que casa perfectamente con la idea que nos transmite Mark Waid a lo largo de toda la obra y que, como he expresado más arriba, implica darse cuenta de aquellas ideas que han quedado atrás y que no implican que haya que volver a lo clásico. Me parece que personajes como Batman están mejor llevados a pesar de contar con un papel menos destacado (que no menos relevante) en la obra.

Como iba diciendo, Superman aquí impone sus decisiones al resto de personas (algo que veo totalmente sacado del personaje y que hace que no pueda considerarlo de las mejores obras del mismo, junto a su rechazo a su lado terrestre) y cree que las soluciones que funcionaron antaño lo harán ahora, siendo algo que queda patente enseguida que no es así.

Unas soluciones que, por cierto, me resultan curiosamente similares a las que años después propondría Mark Millar en Civil War. Y no va a ser la única similitud que presenten ambas obras. Desde el rechazo a los superhéroes al accidente que va a desencadenar los hechos, es curioso ver cómo dos cómics tan diferentes entre si son al mismo tiempo tan semejantes. Algo totalmente intrascendente para lo que nos interesa ahora mismo pero que no quería dejar pasar la oportunidad de comentarlo.

Mark Waid es un hombre que ama DC y ama el concepto del legado, una de las piezas fundamentales del cosmos deceíta. Su guión muestra unas caracterizaciones desvirtuadas de algunos personajes que juegan al ritmo de la trama y que poco a poco se irán resolviendo hacia un epílogo donde nos da una lección de como escribir a la trinidad deceíta, con algunas escenas y diálogos que quedan para el recuerdo.

No me cabe duda de que es una historia que habría sido imposible de llevar a cabo sin él, y precisamente es este amor al legado lo que marca la diferencia con la Marvels de Kurt Busiek, ya que mientras la obra de Marvel es una carta de amor al pasado, Kingdom Come se coloca como una carta hacia el futuro.

En cuanto al dibujo, dudo que Alex Ross necesite alguna presentación a estas alturas. Ross, más que un dibujante, lo definiría como un ilustrador pues, si bien peca a veces de falta de dinamismo, cada una de sus páginas son dignas de enmarcar como un cuadro, alcanzando la perfección en varias de las escenas de esta obra las cuales ya son actualmente parte del imaginario popular al pensar en héroes como Superman o Shazam, aquí todavía conocido como Capitán Marvel.

Ross es una pieza fundamental a la hora de encumbrar este cómic a la altura de obra maestra, y es que soy incapaz de concebir esta obra con el trazo de otro dibujante. Su forma de plasmar a los héroes es única, gloriosa y sencillamente inigualable. Su arte dota a todo el cómic de un aura diferente y hace que no sea un cómic más en nuestras estanterías, sino una de esas obras que salen cada muchos años y que cualquier lector debería acercarse a conocer aunque sea para deleitarse con las viñetas que dibuja el artista de Portland.

Pasando a hablar de la edición, he leído la obra en el formato de DC Pocket que lleva unos cuantos meses editando ECC y que tantas alegrías está dando a muchos lectores (y disgustos a otros).

Es un formato que cumple sin mayores méritos, y permite acercarte a la obra a un precio muy goloso si nunca antes la has leído. Pese a esto, este es uno de los casos donde he de destacar negativamente la reducción de tamaño, ya que si hay un autor al que me gusta contemplar cuánto más grande mejor es a Alex Ross.

La edición lleva portadas delante de cada número pero carece de ninguna clase de extra que complemente a la edición y que, en opinión de quien escribe, a una obra de esta magnitud le habría sentado de lujo.

En definitiva, Kingdom Come es por méritos propios una de las series más importantes de DC en los últimos 30 años a nivel coral y que todo lector que disfrute de los cómics de DC debería leer, sea en la edición que sea.

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