Tras el artículo sobre la Edad de Platino de los cómics (1895-1938), quiero en este segundo artículo hablar de la Edad de Oro de los comics norteamericanos.
La Edad de Oro (1938-1956)
El comienzo de la edad de Oro es indiscutible. Junio de 1938 con la aparición del número 1 de Action Comics.
De la mano de Jerry Siegel y Joe Shuster apareció un nuevo personaje absolutamente icónico y no solo en el terreno del comic si no de la cultura norteamericana. Era junio de 1938. Había nacido Superman y con él La Edad de Oro de los comics.

Este huerfano del planeta Krypton marco las pautas para todos los personajes que vinieron despues.
Superpoderes. Un uniforme llamativo y una relación en mayor o menor media con la ciencia ficción, si bien es cierto que los autores de la época tenían cierta predilección por vincular a sus creaciones a la magia (Capitán Marvel). La era del átomo no había legado todavía.
Aprovechando el abrumador éxito de Superman, pronto nos encontramos con personajes como Batman (1939), Namor (1939), La Antorcha Humana (1939), Flash (1940), Wonder Woman (1941), Capitán América (1941)…
Con la entrada de los Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial, los comics comienzan a exaltar valores como el patriotismo y el estilo de vida americano. Al punto que la portada del Capitán América #1 en el que le pegaba un puñetazo a Hitler es una de las mas recordadas de esa época.

Las ventas se dispararon de forma generalizada y convirtieron el sector en una potente industria. Curiosamente el comic mas vendido, segun los datos que se conservan, no fue el de Superman. Si no el del Capitan Marvel (Shazam) editado por la hoy extinta Fawcett Comics. Con la asombrosa cantidad de 1´4 millones de copias por ejemplar.

Dado el inmenso exito de los comics, las editoriales exploraron otros conceptos. Amor, terror, animales… Es en este contexto cuando Dell Comics comenzo a publicar comics basados en los personajes de Walt Disney y su exito fue abrumador
Se puede decir que la caracteristica principal de las historias de la Edad de Oro es su simplicidad que bordea el infantilismo.