Reseña de Cómic
Kamandi: El último chico de la Tierra

de Jack Kirby

La editorial ECC Cómics, tras editar (en un solo tomo de casi 900 páginas) a través de una operación de crowdfundig, el Kamandi de Jack Kirby. Ha decidido ahora el publicar la obra en tiendas. Pero en este caso, lo hace en 2 tomos en formato cartoné y 464 páginas cada uno. Conteniendo el tomo 1 los números 1 a 20 y el tomo 2 los números 21 a 40 de la colección.
Este mes de diciembre llega a nuestras librerias el segundo de estos tomos con la obra completa del Kamandi de Jack Kirby.

Cuando en 1970 Kirby abandona Marvel para fichar por DC, comenzó la creación de “El Cuarto mundo”.

Como (ahora) todos sabemos. El aficionado a los cómics de principios de los años 70 no estaba preparado para una obra tan absolutamente desbordante como la que planteaba El Rey.
Las ventas no acompañaron y el editor de DC decidió cancelarlo. Es en ese momento, cuando Carmine Infantino le ofreció a Kirby la posibilidad de hacer una colección basándose en el concepto de la exitosa “El planeta de los simios” (1968). Kirby se sintió atraído por la idea (pese a que no había visto la película) y en 1972 publico el primero número de “Kamandi: El último chico de la Tierra”.

Recordemos que en mayo de 1971 se había estrenado la tercera película de la franquicia (Huida del planeta de los simios) y en junio de 1972 se estrenó la cuarta (La rebelión de los simios) por lo que como se puede ver, la franquicia era todo un éxito, y lo que hacía DC con este proyecto, era intentar subirse a la ola.

El argumento que plantea Kirby en “Kamandi: El último chico de la Tierra”  es el siguiente:
Tras el apocalíptico “Gran desastre”, los pocos restos supervivientes de la humanidad han quedado reducidos a un estado animal. Mientras que los animales han mutado, desarrollado su inteligencia y creado sus propias sociedades. Leones, gorilas, tigres, etc. tienen sus propios reinos, leyes y civilizaciones. Los seres humanos han involucionado.

Del grupo de humanos que inicialmente se refugió en el complejo de Bunkers D, si bien no ha involucionado. Ha ido reduciéndose en número con el paso de los siglos. Al punto que ya solo queda un descendiente del grupo original. Kamandi.

Kamandi fue criado por su abuelo en un bunker, lo que le permitió estar a salvo de la radiactividad. Pero a su vez, le alejo de la realidad que se vivía en la superficie. Su educación se basó en los microfilms que disponían en el bunker, pero estos eran de un mundo que ya no existía. De un pasado remoto Por lo que la visión del joven Kamandi no es real, y deberá descubrir este “nuevo” mundo por sí mismo.

Las similitudes de «Kamandi: EL ultimo chico de la Tierra» con «El planeta de los simios» son más que evidentes en el primer número:
Las ruinas de la Estatua de la Libertad. Un Kamandi en balsa de goma, que nos recuerda a George Taylor. Humanos involucionados. La mutua sorpresa entre el animal evolucionado y Kamadi al descubrirse como seres inteligentes. Un científico que protege al humano. La adoración que sienten por los artefactos nucleares.

Kirby parte indisimuladamente de la franquicia de películas para crear su propio mundo postapocalíptico. Quedándose con los conceptos que más le divierten e inventándose nuevos. Como en el resto de las obras en las que Kirby no tiene un contrapeso que lo controle, el mundo que nos presenta es un totum revolutum. No hay conexión interna, no hay coherencia, todo cabe si la idea es buena y tal y como ocurrió en “El Cuarto Mundo” las ideas son desechadas en el siguiente número para poder mostrarnos otras nuevas.

Pero aun así funciona. Tal vez porque el lector perdona en Kirby lo que en otros autores sería impensable. Coherencia-Kirby podríamos llamarla.

En el apartado grafico hay que reseñar que las escenas de lucha de las que tanto disfruta Kirby, las ilustraciones a doble página, así como el uso habitual de sus Kirby-dots le dan una gran fuerza visual a esta obra. Por si esto fuera poco, a la tinta esta Mike Royer. Que se convirtió desde mediados de los 70 en un colaborador habitual de Kirby. Lo cierto es que inicialmente Royer fue elegido tan solo por la cercanía física. Ambos vivian al sur de California. Pero Kirby no tardo en comenzar a apreciarlo por la rapidez en su trabajo (pocos eran capaces de entintar a la velocidad que Kirby exigía) y por limitarse a entintar y no ha dibujar como Kirby sobre los lapices de Kirby.

Lo cierto es que a pesar de que no podemos calificar a “Kamandi” como una de las grandes obras de Jack Kirby. Su lectura es casi obligada para los aficionados al cómic norteamericano, puesto que nos ayuda a entender la evolución de la obra de uno de los mayores genios del noveno arte.

 

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