Análisis de Videojuego
The Last of Us Parte 2
Estudio: Naughty Dog
PEGI: +18
Plataforma: PlayStation 4
Precio: 69,99 euros
Una de las primeras cosas que me enseñaron cuando decidí aparcar los legajos y ganarme la vida juntando letras, es que en periodismo el «mi» y el «yo» no existen. O, al menos, no deberían. Que volver una información a la primera persona hace que el texto acabe enviciado por el punto de vista de quien lo escribe. Y una información siempre debe partir de la imparcialidad más absoluta. O, al menos, intentarlo.
Sin embargo, creo que la obra que nos ocupa merece que, por una vez, me aproveche de la libertad que me ofrece Comicverso y escriba a cara descubierta. Desde la perspectiva de alguien que, en parte, cobra por machacar botones y acumula más de 25 años como jugador.
Hace ya bastante tiempo que el videojuego alcanzó la condición de fenómeno de masas. Así lo demuestran las cifras. En España, sin ir más lejos, el sector mueve anualmente más del doble de dinero que la música grabada y el cine. Un éxito que, imagino, ha ayudado a que muchas de las mentes más agudas del país comiencen a reconocerlo como lo que es: Un producto cultural.
«El videojuego es un arte colaborativo, exactamente igual que el cine o el cómic, en el que se conjuga imagen con narrativa y experiencia. Enfrenta al jugador a un desafío que puede ser intelectual, físico o de habilidad», me explicaba hace unos meses el escritor Juan Gómez-Jurado («Reina roja», «Loba negra») a este respecto.
Al menos parte de la culpa de que el videojuego haya conseguido ser reconocido como arte, más que le pese a algunos, la tiene el frenético avance de una tecnología que no espera por nadie. Algo que permite a los estudios, entre otras cosas, desarrollar propuestas mucho más inmersivas y potentes a nivel narrativo. Capaces de atrapar a quien agarra el mando y de remover conciencias. Y, honestamente, no se me ocurre ninguna obra que cumpla estos dos requisitos mejor que «The Last of Us Parte 2«; el último monstruo del estudio exclusivo de Sony Naughty Dog.
Un viaje desgarrador
Imagina que vives en un mundo asolado, completamente decadente y primitivo, en el que hace décadas que el ser humano lucha por sobrevivir en solitario. Un sitio plagado de muertos vivientes donde la vida, como en cualquier distopía apocalíptica, vale menos que la bala de revólver con la que la quitas. Teniendo en cuenta esto, ¿Qué harías si una mañana, de golpe y porrazo, alguien te arrebata lo que más amas? ¿Crees que te vengarías? ¿Estarías dispuesto a renunciar a tu humanidad y hasta al más mínimo atisbo de ética para ello? ¿A convertirte en un monstruo de la peor estofa?
«The Last of Us Parte 2» comienza a jugar con la mente del usuario un puñado de minutos después de su comienzo. Y lo hace obligándolo a apretar los dientes con rabia. Consiguiendo, de forma maestra, que el oscuro viaje de Ellie, su joven protagonista, se convierta por arte de birlibirloque en el camino que queremos seguir.
No creas que los que hemos tenido ya ocasión de completar la aventura, que tiene una duración superior a las 20 horas, no sabemos desde casi el principio que se trata de un error. Que la venganza tendrá, seguramente, un precio excesivo. Pero el dolor y la lealtad hace que lo sigamos de buena gana. Aún a sabiendas de todo lo que la protagonista, y nosotros mismos, nos vamos a dejar durante su transcurso.
El camino de venganza conduce a la protagonista hasta una ciudad de Seattle tan devastada como hermosa. Lugar donde va descendiendo, durante tres días y con celeridad, en un pozo muy hondo en el que renunciará a cualquier principio humano básico y pondrá en riesgo su vida y la de quienes la acompañan.
La conclusión a la que llegas, mucho antes de terminar la obra, es que en un mundo salvaje ni los buenos son tan buenos ni los malos son tan malos. Que, cuando llevas tanto tiempo matando para sobrevivir como en The Last of Us, todo acaba sumido en tonos grises oscuros. Esto no implica que la propuesta no cuente con momentos de redención, que los tiene y sirven de deshago.
Me gustaría contar más sobre la narrativa, especialmente sobre los brillantes nuevos personajes que encontrará el jugador cuando meta el disco en su PlayStation 4. Pero resulta imposible hacerlo correctamente sin entrar en spoilers. Robaros la posibilidad de descubrirlos por vosotros mismos no sería adecuado.
Una jugabilidad y unos gráficos sobresalientes
Respecto a la jugabilidad, la propuesta comparte muchas de las mecánicas que ya descubrimos en la primera entrega. Como en cualquier aventura posapocalíptica, véase «The Walking Dead«, los recursos son finitos, por lo que el jugador se ve obligado a explorar -y correr riesgos- para encontrar lo necesario para sobrevivir. Desde balas de escopeta hasta botellas de alcohol con las que fabricar botiquines.
Donde sí que se notan cambios es en el desarrollo de los combates, en los que el jugador contará con todas las posibilidades que se le pasen por la cabeza para acabar con las hordas de infectados y enemigos que pueblan el mapa. Lo más recomendable, como en cualquier survival, es tirar de ingenio, echar cuerpo a tierra, e ir acabando uno por uno con todos los que encontremos.
Sin embargo, no serán raras las ocasiones en las que nos descubrirán y tendremos que tirar de pistola para conseguir el tiempo necesario para escapar sin ser visto. Y es que, en «The Last of Us Parte 2» cargar como pollo sin cabeza tiene poco sentido. De hacerlo, no tardaremos mucho en morir.
A pesar de lo bien implementado que está el combate, según vamos avanzando puede que acabemos cayendo en cierto tedio por culpa de la repetición de búsqueda de recursos y combate. Especialmente en las últimas horas de juego, cuando no podemos esperar más para saber cómo termina la historia.
Por otra parte, la obra se ve beneficiada por unos gráficos a la altura de las mejores de la generación y una música incontestable, nacida, en buena parte, de las cuerdas del maestro argentino Gustavo Santaolalla. Con una fuerte carga narrativa, se trata de un elemento básico y fundamental dentro de la propuesta.
Lesbiana… ¿Y qué?
La sexualidad de Ellie se ha convertido en tema de debate desde antes de que el videojuego saliese a la luz. También en el argumento esgrimido por algunos para cargar tintas desde redes sociales contra la propuesta; tachándola de manipuladora y bienintencionada por el único hecho de que la protagonista es lesbiana. Un planteamiento que resulta francamente pobre y nace, en muchas ocasiones, de una nula experiencia de juego.
Cabe recordar que Naughty Dog no se ha inventado nada nuevo. Ellie ya mostró su condición sexual en el DLC que acompañó a la primera entrega. Asimismo, estoy convencido de que el personaje no sería ni la mitad de redondo en caso de que fuese heterosexual. Si eres incapaz de ponerte en su lugar y empatizar con ella por el hecho de ser lesbiana, no es culpa de la propuesta.
También se ha criticado mucho que la obra cuente con personajes asiáticos, afroamericanos o hispanoamericanos. A lo largo de mi vida he visitado Estados Unidos en más ocasiones que cualquier otro país en el mundo. Durante esas experiencias, he tenido ocasión de pasear por Chicago, disfrutar de las agreste Indiana y conocer, inclusive, la Casa Blanca.
En todos estos sitios he encontrado gente blanca, asiática, afroamericana e hispana; incluso algún que otro eslavo de segunda generación. Y, bueno, aunque no he tenido la suerte de estar en Seattle, me la juego a que esto no cambia. También me resulta creíble que, en un mundo posapocalíptico, haya de todo. No solo hombres y mujeres blancas.
Cabe destacar, asimismo, que el videojuego no realiza ningún llamamiento explícito a la inclusividad. Algo que, sin duda, resultaría absurdo teniendo en cuenta que la humanidad está demasiado ocupada intentando sobrevivir. No esperes ningún tipo de adoctrinamiento. No te dejes guiar por las opiniones más o menos perversas. Tampoco por esta. Solo pasa y juega.