Guión: Kurt Busiek
Dibujo: Mark Bagley
Editorial española: Panini
Editorial USA: Marvel

Thunderbolts es un ejemplo, otro más, de que los 90 no fue un campo baldío para la creatividad. Eso ya lo hemos visto otras veces comentando las múltiples series independientes que surgieron en esa década y que hoy día se consideran top del medio tales como 300, Sin City, la mayor parte de las obras maestras de Vertigo, Bone, etc. Pero además, dentro del cómic mainstream de Marvel y DC, también hubo joyas, algunas como esta Thunderbolts, de lo mejor que ha dado la editorial en los últimos 25 años.

A partir de aquí reseña con SPOILERS sobre la serie.

Los Thunderbolts es una obra de Kurt Busiek, que en aquellos años se había convertido en una figura del medio por su obra Marvels, y Mark Bagley que había comenzado en la industria tímidamente a comienzos de la década ganando el concurso de dibujo de Marvel pero que sorprendió a todos en su primera colección regular Los Nuevos Guerreros (otra joya de la época) para pasar a convertirse luego en dibujante de Spider-Man.

Este tándem Busiek/Bagley nos dio una de las series de superhéroes Marvel más original —y que mantuvo el nivel con el paso de los años aún con cambios en el equipo creativo— lo que ya entonces no era tan frecuente y hoy día una auténtica utopía.

Thunderbolts vino a llenar el hueco dejado por las colecciones Heroes Reborn, ese experimento que sacó fuera de la continuidad Marvel a los 4 Fantásticos, Los Vengadores, Iron Man y al Capitán América cediéndoselos a Lee y Liefeld para que jugaran con ellos en un universo de bolsillo.

La ausencia de esas series en el universo tradicional tuvo de ser suplida por una serie de colecciones, algunas de personajes y grupos que, o bien no habían tenido colección regular en mucho tiempo (como los Héroes de Alquiler) o bien eran ilustres secundarios, como Ka-zar. En este caso de nueva creación, tanto el título como los personajes… ¿O quizá no tan nuevos?

Los Thunderbolts buscaban llenar el hueco de Los Vengadores, que para el Universo Marvel habían muerto. El grupo estaba aparentemente formado por personajes de nueva creación y que nadie conocía. Y digo aparentemente porque ya en el primer número —un primer número ya legendario y que cogió por sorpresa a todos— se descubre que estos héroes que habían ido apareciendo puntualmente en diferentes colecciones, preparando su presentación al gran público en su propia cabecera, no eran un montón de personajes de nueva creación esperando ganarse su lugar entre las filas de los buenos sino nada menos que LOS SEÑORES DEL MAL, los enemigos clásicos de los Vengadores liderados por el Barón Zemo que, aprovechando el anonimato que les otorgaban las máscaras, habían cambiado sus uniformes y alias para crearse una nueva identidad, engañando así tanto al resto de superhéroes como al público lector.

Esto fue posible porque era la época preinternet y el cómic llegó a los kioscos sin filtraciones ni spoilers, sorprendiendo a unos lectores que ya habían perdido hace mucho el «sense of wonder» y que se vieron impactados por esa última página donde después de un número de presentación correcto pero hasta cierto punto rutinario, descubrieron la verdad.

Fue un shock, no sólo por lo bien que estuvo orquestada la trama y el cuidado con el que se mantuvo el secreto por parte de la editorial y los autores, sino por las posibilidades que abría de cara a la colección; unos insiders, unos traidores entre las filas de los superhéroes esperando golpear y atacarles cuando menos se lo esperaban, dando así una vuelta de tuerca al juego de la doble identidad de los superhéroes y abriendo además unas tramas que hacían la colección mucho más interesante que la típica pelea mensual con supervillanos.

A partir de ese primer número, vemos la evolución de una serie Marvel de toda la vida aunque con el enfoque ya descrito de villanos haciéndose pasar por héroes. Además empieza el desarrollo e interrelación de personajes (lo mejor de la serie) que hace que algunos de estos (recordemos, villanos) empiecen a sentirse demasiado cómodos en su papel de héroes, disfrutando por primera vez en su vida del cariño y el respeto del público, mientras que otros como Zemo mantienen inflexible su plan inicial y algún elemento del grupo (Piedra Lunar, la villana que amamos odiar) tienen su propia agenda e intereses. El desarrollo e interrelación entre los personajes y el resto del universo Marvel es lo mejor de la serie, que amplía su casting (complicando aun más la situación) con nuevos miembros del equipo que, a la vez, ignoran quiénes son realmente sus compañeros y sus auténticas intenciones. Un culebrón al mejor estilo Marvel que utiliza sabiamente la continuidad y la rica historia del universo marvelita, con un Busiek inconmensurable.

Bagley por su parte hace un excelente trabajo, un auténtico artesano del medio sin ínfulas de estrella que hace más de 50 números prácticamente sin fallar y que cumple en todo sin brillar en nada sin cuya constancia y regularidad —amén de un buen diseño de personajes y manejo de la página en las escenas de acción— la serie no habría sido la misma.

En conjunto una gran serie de superhéroes. Sin complejos y que no trata de usar las máscaras como excusa para contar una historia de género negro, ciencia ficción o drama; pijameo hecho con ganas e ilusión, muy bien ejecutado, usando la historia y la continuidad del Universo Marvel de manera magistral.

Un imprescindible para los amantes del género superheroico y, en particular, para los de Marvel Cómics.

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