Reseña de Cómic
El Rey Araña

Guión: Josh Vann
Dibujo: Simone D’Armini
Editorial Española: Grafito
Editorial USA: IDW Publishing

Hoy en día vivimos quizás el mejor momento para ser aficionado al cómic. Las nuevas tecnologías han hecho que haya una mayor facilidad a la hora de publicar, distribuir o simplemente hacer llegar al público el trabajo de los autores con un coste bajo y un alcance enorme.  Esas mismas tecnologías han hecho posible que autores que viven en diferentes partes del mundo puedan influenciarse y colaborar, dando como resultado un mercado más amplio y diverso que nunca, el cual nos ofrece obras que serían impensables de encontrar en décadas pasadas.

Sin embargo ese mismo mercado (sobre todo en España) sigue concentrado en una serie de editoriales que continúan publicando un producto en concreto (superhéroes, manga…) haciendo que editoriales más pequeñas y productos de gran calidad queden apartados y prácticamente a la sombra, haciendo que el público pierda la oportunidad de conocer obras como la que hoy comentamos.

El Rey Araña es una obra publicada por Grafito, pequeña editorial independiente que últimamente ha publicado obras tan interesantes como «Cieloalto», y que se arriesgó para traernos este trabajo de los australianos Josh Vann (guión) y Simone D’Armini (dibujo), autores a los que no conocía pero que desde ya tengo en cuenta para futuras lecturas. Una obra que recoge todas las características de calidad, mezcla de géneros y buen hacer de las que antes hablaba y que por desgracia pasó muy desapercibida para crítica y público.

Este Rey Araña nos cuenta una historia que mezcla la fantasía épica y la ciencia ficción, y que en sus primeras páginas nos presenta el combate final entre dos clanes vikingos. Una lucha a muerte que es interrumpida cuando del cielo caen lo que parecen «rayos de los dioses» y que no son sino una flota de naves alienígenas que transportan un parásito extraterrestre, el Rey Araña. A causa del choque este queda libre y toma cómo huésped al jefe de uno de los clanes.

Los supervivientes del otro clan, del que apenas quedan un puñado de vikingos, entran en una de las naves tomándola por un regalo de Asgard, equipándose con el armamento alienígena high tech que encuentran…. y ese es el comienzo de la historia.

Una historia sencilla, pero tan bien contada y con unos personajes tan bien definidos y perfilados (no hay ni uno que sea de relleno, todos tienen su propia voz y todos ocupan su lugar en la trama) qué es imposible no quedarse enganchados a trama, con un muy buen ritmo y mejor narrada y que, aunque autoconclusiva, cierra de forma que pueden seguir contándose aventuras de este pequeño grupo de vikingos.

Es un cómic de acción, eso está claro, pero con toques de humor que impregnan toda la obra, un humor bien hecho e introducido de forma acertada; no estamos hablando de un humor absurdo tipo slap stick, sino de pequeños guiños, diálogos o detalles que ocurren al fondo de las viñetas o fuera de la acción principal y qué no solo no le quitan épica o emoción a la cosa, sino que hace que se le coja más cariño a los personajes y que acabes el cómic totalmente enamorado de algunos de ellos.

Sin embargo, el punto fuerte de este tomo es el dibujo, un dibujo que atrae desde la portada y que, aunque en un primer momento parece una especie de Víctor Santos, luego se pueden encontrar trazos de Rubin, Pope o incluso un Mignola recargado. A veces peca de confuso en algunas viñetas pero el dibujo es tan fresco, está tan trabajado (cada viñeta tiene detalles y acción en los fondos) tan bien narrado y los diseños de personajes son tan buenos que desde ya me declaro fan de su dibujante.

La edición es muy buena, en un tomo compacto y de buena calidad de tamaño ligeramente más pequeño al de un cómic book americano, en tapa blanda con solapas y buen papel, incluye la historia completa, bocetos y una historia corta independiente al final. Lo podéis encontrar en vuestras tiendas, pero si lo pedís directamente a la editorial os llega en 2 días con gastos de envío gratis y os trae de regalo un pedazo de lámina.

No es una obra maestra o una lectura trascendental, ni aspira a cambiar el género, pero es un cómic que cuando lo terminas y cierras la última página lo haces satisfecho y sabiendo que tiene muchas relecturas en el futuro, y eso hoy día es algo que, quitando los clásicos, pocas veces se puede decir.

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