Reseña de Cómic
Descender

Editorial: Astiberri
Guión: Jeff Lemire
Dibujo: Dustin Nguyen

Hay series que te reconcilian con el medio, series que llevan a este un paso más allá, dejando atrás el entretenimiento mensual de usar y tirar para convertirse en algo digno, algo que no dudas en mostrar y recomendar, incluso al público no consumidor de cómics.

Hay historias que se notan tan pensadas y que se les ha dedicado tanto tiempo, planificación y cariño que han tenido que surgir de la necesidad de un autor por contarla, no por cubrir un número determinado de lanzamientos mensuales o para aprovechar el tirón de la película de turno.

Hay dibujantes que se ganan por mérito propio el nombre de «artistas». No como un sustantivo genérico, sino como un título que reconoce su calidad y la excelencia de cada página, porque es arte lo que hacen.

Todas estas cosas se combinan en la serie de la que vamos a hablar hoy: «Descender» de Jeff Lemire y Dustin Nguyen, una obra que ejemplifica como pocas la madurez y la dignidad que ha alcanzado el medio, con dos autores que han hecho la obra de su vida.

Lo primero de lo que vamos a hablar es del dibujo. Impresionante, espectacular. Cualquier cosa que diga es poco. Nguyen no es un autor desconocido; lleva muchísimo tiempo trabajando para Marvel, DC e Image, pero aquí se convierte en la proverbial mariposa que sale del capullo y nos encontramos con un dibujante impresionante, con una capacidad narrativa y un uso del pincel y del color (el cómic es pintado) a un nivel que pocas veces se puede encontrar en un cómic, ya sea americano, europeo o de cualquier otro sitio. Podría hablar mucho más pero simplemente ver las imágenes de su trabajo explica lo que quiero expresar mucho mejor de lo que podría hacerlo cualquier palabra.

Al guion tenemos a Jeff Lemire, un autor que ha dejado grandes cómics e historias tanto en Marvel como en DC. Y todos sabemos lo difícil que es conseguir eso estos últimos años. Pero que aquí realiza (una de ellas, al menos) su obra maestra. Una historia que nos presenta un futuro en el que la sociedad convive con naturalidad con robots de todo tipo que les facilitan la vida y el sistema de gobierno está articulado en torno a una Federación de Planetas que acoge diversas razas.

Es un futuro brillante y utópico, que se ve roto con la llegada de enormes seres robóticos que arrasan los planetas uno por uno, casi exterminando a la población, pero dejando intactos a los robots. Una vez que estos seres desaparecen sin dejar rastro, tal y como llegaron, lo que queda de la humanidad entra en una dinámica destructora de todos los robots, culpándoles de haber traído a los «cosechadores», que es como llaman a esas máquinas gigantes.

Diez años después de esos acontecimientos que han fracturado ese futuro utópico y ha convertido a la Federación en un conjunto de planetas y razas al borde de la guerra, un robot despierta en un satélite minero. Es un pequeño robot doméstico, creado para dar compañía a niños y programado para confiar, ayudar y proteger a los seres humanos, o sea, básicamente programado para ser bueno.

La llegada de ese pequeño robot causará un terremoto entre las distintas facciones de lo que queda de la Federación, porque parece ser la clave para comprender quiénes eran los Cosechadores y porqué atacaron, y lo que es peor, puede ser el heraldo de su vuelta. Este es el tablero de juego que nos plantea Lemire al empezar esta historia, que en apenas 5 páginas nos pone en antecedentes sobre todo lo que ha ocurrido y nos presenta al protagonista (muy inspirado en el de la película Inteligencia Artificial de Spielberg) que se ve sobrepasado y empujado por los acontecimientos, siendo perseguido por todos, amigos y enemigos, mientras lo único que desea es encontrar a su familia.

Conforme avanza la trama se va rodeando de un conjunto de secundarios que, si bien en un primer momento parecen estereotipados, página a pagina se van definiendo y revelando sus secretos. Y es que en esta historia nada es lo que parece ni nadie es tan simple como puede parecer en un principio. Lemire hace gala aquí de una narrativa muy lenta que puede desanimar a muchos y hacer que lo dejen en el primer tomo, porque parece que la trama no avanza. En realidad, el guionista utiliza ese primer tomo para distribuir las piezas por el tablero para, a continuación, moverlas sin pausa en el segundo, de forma que al final de este, nos encontramos con un tapiz de personajes, secretos, traiciones, revelaciones y sorpresas que resulta difícil creer que haya podido tejerse en tan pocos números. Y prácticamente sin darnos cuenta, de lo bien llevado que está el ritmo de la trama.

Una de las mejores colecciones que su creador —y eso viniendo de Lemire es mucho—, en la que se toma su tiempo para desarrollar la historia pero haciéndola avanzar de forma decidida, al mismo tiempo en que va mostrándonos y ampliando el universo en el que se desarrolla la misma.

Por último, la edición de Astiberri merece un comentario a parte. Pocas veces he visto un cómic editado con tanta calidad, tanto técnica como en materiales, a un precio contenido. Chapó.

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