Reseña de Cómic
wildC.A.T.S.
de Alan Moore
Editorial americana: Wildstorm/DC
Editorial española: ECC
(tomo en tapa dura con historia completa)
Guion: Alan Moore
Dibujo: Travis Charets y Dave Johnson
Hoy quiero hablar de una de mis obras favoritas de Moore que es también una de las menos conocidas y valoradas por ser un simple «trabajo de encargo», olvidándose de que estamos hablando de Alan Moore, y que una obra menor suya es probablemente mejor que la obra cumbre de cualquier otro autor. Que se lo digan a Johns que se llevó 10 años viviendo de las migajas de una historia corta del barbas para Green Lantern.
En este caso, vamos a comentar sobre su etapa en los Wildcats una de las series punteras de la Image de los 90, que empezó floja pero pronto empezó a subir el nivel primero con un arco guionizado por Chris Claremont y después con una etapa de James Robinson.
Cuando llegó Alan Moore, la serie estaba en un nivel de calidad muy alto, con un Travis Charest que hacía auténtico arte en cada página pero la llegada del barbas dio un vuelco a la serie, cambiándola para siempre.
Hasta entonces había tenido una premisa muy simple; dos naves de guerra alienígenas pertenecientes a dos razas enfrentadas durante milenios habían caído a la tierra, y los tripulantes de ambas naves y sus descendientes habían continuado el conflicto en una guerra que se libraba a espaldas de la humanidad hacia siglos.
Argumentalmente no era muy diferente de la clásica serie de mutantes; unos muy buenos que protegían a la humanidad y otros muy malos que querían dominarla, pero la llegada de Moore cambió todo.
Aprovechando un crossover al final del cual parecía que la nave de los Wildcats explotaba, matándolos, Moore los saca de su contexto habitual llevándolos a su planeta de origen Khera, al que hace milenios que no habían vuelto y donde…
[ SPOILERS ]
…los Wildcats descubren que la guerra terminó hace siglos, que los Keranos ganaron y sus adversarios Daemonitas habían visto su planeta arrasado y los supervivientes de esa raza vivían ahora como refugiados en la propia Khera, malviviendo en guetos y reservas, víctimas de una sociedad dividida en rígidas clases sociales, en la que ese sistema racista y de clases está respaldado por la Ley.
Como podemos ver, una ruptura total con lo que había sido la serie hasta el momento y una muestra más del genio de Alan Moore.
Durante su estancia en la serie, Moore nos enseña cómo funciona esa sociedad posbélica, de apariencia democrática pero en la que el poder se lo reparten dos grandes partidos, uno conservador (los señores Keranos) y otro directamente fascista (la Hermandad de las Amazonas Coda) haciendo un paralelismo inteligentísimo con la política americana y a la misma vez rompiendo a los Wildcats desde dentro. Los que hasta entonces se habían considerado una familia, se enfrentan por las lealtades políticas y de raza de cada uno de ellos.
Pero la metáfora de la sociedad americana no queda plasmada simplemente en la diferencia de clases y en el sistema político. También aborda el tema de los nativos americanos, mostrándonos que los Keranos no son los habitantes originales del planeta sino invasores que hace milenios lo ocuparon, desplazando a sus primeros habitantes, que aunque en teoría disfrutan de todos los derechos de la ciudadanía Kerana, son en la práctica ciudadanos de segunda y viven en reservas. ¿A alguien le suena de qué está hablando el barbas?
Con este planteamiento, la obra ya sería interesante de por sí, pero además nos plantea una intriga política en torno a los dos grandes partidos que quieren usar a los Wildcats como un instrumento de propaganda política para sus propios fines, y a la misma vez, disecciona y dota de personalidad a cada uno de los integrantes del grupo, cosa que ningún guionista que los había tocado se había molestado en hacer hasta entonces, convirtiéndoles por primera vez en personajes interesantes e individuales y no en simples trasuntos, qué es lo que habían sido hasta entonces.
Y aún hay más.
Moore dividió la historia en dos partes, y mientras en las primeras páginas de cada grapa nos cuenta todo esto, paralelamente y en la otra mitad nos cuenta lo que está ocurriendo en la tierra después de que la nave explotará y dieran por muertos a los Wildcats.
Para llenar su vacío y continuar su lucha (en la tierra no saben que la guerra ha terminado) se crean otros Wildcats, pero unos muy diferentes y que simbolizan como nadie la época en la que fueron creados, los 90.
Un grupo proactivo y agresivo, que no se limita a responder a los enemigos sino que van a buscarlos y a destruirlos antes de que éstos puedan llegar a ser una amenaza, no teniendo escrúpulos ni moralidad en lo que ellos consideran una guerra que hay que ganar. Matan a supervillanos y criminales… Utilizan el funeral de estos para volver a acabar con el resto de enemigos… En resumen, dejan a un lado la moralidad porque la consideran un lujo de otra época y que les impide estar a la altura de las amenazas que les han tocado enfrentar. Los 90 en estado puro.
En este caso, el grupo lo forman personajes creados por Moore desde cero y son todos y cada uno de ellos una maravilla de conceptos; una cyborg criminal al que lavan el cerebro para que sea parte del grupo, un asesino a sueldo reconvertido en héroe, una inmortal que vive hace milenios en la Tierra y ha perdido contacto con su propia humanidad y Tao, un humano creado genéticamente con una capacidad intelectual y táctica sin límites pero también sin el concepto de moralidad.
Aquí, de nuevo otro autor, en este caso Brubaker, cogió este personaje creado por Moore en sus ratos libres e hizo una de las mejores obras de su carrera, Sleeper.
En medio de todos estos psicópatas y héroes disfuncionales, Moore coloca a Majestic, el Superman del universo Wildstorm, un personaje anclado en la Edad de Plata y sus códigos que no entiende lo que está ocurriendo a su alrededor y que constantemente se plantea los métodos y objetivos del grupo.
Una contraposición perfecta entre el origen puro y brillante del concepto de superhéroe de los años 40 y su evolución oscura de finales de siglo, mirándose cara a cara. Genial.
En el apartado gráfico, tenemos principalmente a Travis Charest, dibujante que como todos en Image empezó siendo un trasunto de Jim Lee pero que pronto fusionó su estilo con el de otro Lee, Jae, dando lugar a un estilo propio, original y muy diferente. Más aún en la imagen de los 90.
Como pasa con la mayoría de dibujantes que alcanzan el éxito muy pronto, se volvió vago y no fue capaz de encargarse de todos los números y, aunque los dibujantes que le sustituyen no están a la altura, la mayoría cumplen.
En resumen, una etapa corta de poco más de 10 números pero que cambió el grupo para siempre, demostrando una vez más que no hay personajes malos sino autores mediocres, y que puede ser leída y disfrutada por cualquiera aún sin conocer nada del grupo y os personajes. Disfrutándola desde el punto de vista de la simple aventura o yendo más allá y recreándose en los segundos niveles de lectura con esa crítica a la sociedad y a la política americana.
Y al cómic americano de los 90, como no.