Reseña de cómic.
Un Fantasma
de Arnau Sanz Martínez

Lorenzo Araya Suárez


Editorial: Astiberri
Autor: Arnau Sanz Martínez
Cartoné. Color. 120 páginas.
1ª edición: 2021
Precio: 16,00 €
ISBN: 978-84-18215-37-7

 

Portada

El autor de esta obra tiene una carrera de publicaciones más o menos extensa, aunque esta sea lo primero que yo leo de él. Viendo en qué editoriales ha publicado antes, uno se puede hacer una idea de la línea artística de Arnau: en Apa Apa no aceptan a cualquiera y el estilo de cómic que sacan tampoco es apto para lectores acomodaticios.

En cierto sentido sorprende el paso de Apa Apa a Astiberri. Y ello no porque una sea mejor que la otra, sino porque sus catálogos son tan dispares que extraña que un mismo autor pueda estar en ambos al mismo tiempo. Tengo que decir que me parece muy encomiable por parte de los editores de Astiberri que hayan apostado por este «Un fantasma», que estéticamente rompe con lo que nos tienen acostumbrados, por más que esta editorial tampoco es que sea famosa por su conservadurismo gráfico (aunque también cuente con bastantes obras de corte convencional).

Desde luego lo primero que llama la atención, y ya desde su misma portada, es la apariencia general de sus ilustraciones. Por intentar una descripción más o menos rápida, podría decir que es una especie de collage compuesto de recortes de hojas de colores, que se asemeja a un cruce entre «South Park», Manolo Hidalgo y Bendik Kaltenborn. En román paladino: masas de color plano que forman figuras bastante esquematizadas y total ausencia de delineado a tinta (ni siquiera para el borde de las viñetas). O sea, falta lo que tradicionalmente llamaríamos «el dibujo».

A simple vista uno pensaría que tal presentación preludia un relato alejado de los usos más habituales, o incluso una ausencia de tal relato, algo experimental. Pero, sin embargo, esta apariencia tan en principio chocante enmascarara una historia bastante clásica y una narrativa, en sus dos niveles estructurales (el diegético y el gráfico), más clásica aún. Vayamos parte por parte.

En cuanto a la historia en sí, pertenece al género de ciencia ficción posapocalíptica.

Permítaseme introducir ahora un breve excurso. Quizá es una impresión mía, pero me parece ver una manera común en la novela gráfica española de ciencia ficción: un cierto tono melancólico, poético y enigmático que se puede rastrear en obras como «Yuma» (Santiago García y Juaco Vizuete), «Cosmonauta» (Pep Brocal) o «La auditora» (Jon Bilbao y Javier Peinado). Por cierto, todos ellos publicados por Astiberri. O quizá es una cosa más panhispánica, porque no está muy alejado de las sensaciones que nos transmite «El humanoide» (de los argentinos Lucas Varela y Diego Agrimbau, publicado en España por La Cúpula) o, viajando aún más atrás, el ya clásico «El eternauta» (de H. G. Oesterheld y F. Solano López). En todos ellos, un cierto aroma a Tarkovski.

En lo que concierne al que he llamado nivel diegético (o sea, cómo está estructurada la narración del relato), nos encontramos con dos líneas narrativas, cada una de ellas siguiendo a un personaje: una mujer que huye de la muerte y un militar que busca y destruye. Ambos son el fantasma que recorre esta historia, del mismo modo que la sobrevuela ese otro fantasma que, como un marxiano ángel de la muerte, trae el socialismo definitivo de la extinción humana: de cada uno según sus posibilidades, a cada uno según sus necesidades, en una lucha por la supervivencia en la que ya nadie sobrevive y, por tanto, posibilidad y necesidad se igualan en la nada. Estos dos caminos aparerentemente opuestos, asentadas sus bases mediante algunas breves analepsis, terminarán enredados en un ovillo especular en que no habrá espacios para el maniqueísmo moral de buenos y malos (como la explosión de colorido de las ilustraciones destierra el maniqueísmo cromático del b/n).

Aunque a lo largo del relato van apareciendo algunos personajes secundarios, mi impresión es que son pocos para un drama tan grande. Por otro lado, este cómic no es más que un vistazo de microcospio a un cuerpo en descomposición: lo que nos muestra Arnau es una parte mínima del cadáver, aunque no menos putrefacta que cualesquiera otras partes.

Finalmente, en cuanto al último nivel narrativo mencionado, el de la estructura gráfica (o sea, la muchas veces denominada arquitectura de las viñetas o composición de página), este cómic se construye con una férrea armadura de tres filas de viñetas y, normalmente, aunque con alguna variación, dos viñetas por fila. El contraste entre las distintas líneas temporales (la principal y las varias analepsis) se hace notar sobre todo por ciertas pistas en los cuadros de texto y por las marcas que el tiempo ha dejado en el aspecto de los personajes. En alguna entrevista el autor declara haber usado también distintos tonos de color para subrayar dichos saltos cronológicos, pero yo he sido incapaz de distinguirlos (¿mi insidiosa miopía habrá llamado como aliado de tormentos al nefasto daltonismo?).

Como es habitual con esta editorial, la edición es impecable, tanto en tamaño como en diseño y materiales. Un placer para los sentidos del degustador de la física del libro. Si acaso cabría preguntarse si el tipo de papel, por otro lado estupendo, no se come un poco el contraste de los colores. Quizá un papel más satinado (y sí, yo también odio el papel satinado, en que siempre quedan las huellas de los dedos y que es imposible de leer con luz artificial, porque hace brillos) hubiese hecho más justicia a la arriesgada propuesta gráfica. En fin, lo que se gana por un lado quizá, eso sí: solo quizá, se haya perdido por el otro.

En conclusión, un cómic sorprendente, por clásico y arriesgado al mismo tiempo; también de lectura ágil, pero no banal; que cuenta y sugiere, que abre más de lo que clausura; pero, sobre todo, que logra eso tan difícil que es quedarse dando vueltas en tu cabeza y en tus tripas cuando cierras al final sus páginas, dejándote con esa sensación de temor y deseo de volver a recorrerlas. Una pequeña delicia inesperada que no debería pasar desapercibida y que sitúa a Arnau Sanz en el mapa de autores con proyección.

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