Reseña de Cómic
Squeak The Mouse Integral
Massimo Mattioli

Edición española: Fulgencio Pimentel (II-2020), según la edición original integral italiana a cargo de Coconino Press (IV-2019)
Guion, dibujo y color: Massimo Mattioli
144 páginas. Encuadernación en cartoné

 

Aunque nunca ha sido excesivamente conocido en nuestro país, Massimo Mattioli (1943-2019) es uno de los autores italianos de cómics más importantes de los últimos años. Su creación más duradera, el conejo fotógrafo y reportero Pinky (1973-2014), llegó a ser mascota de la revista infantil italiana Il Giornalino. En España, sus andanzas pudieron leerse en diferentes especiales de la revista Zipi y Zape.

Miembro de la nueva ola de autores de cómics italianos de vanguardia de los años 80, Mattioli publicó sus obras más personales y de carácter experimental en varias revistas de cómics europeas dirigidas a un público adulto, como Cannibale y Blue en su país, El Víbora en España, o L’Écho des Savanes en Francia.

Portada original de Squeak, the mouse

De todas ellas, Squeak The Mouse es la más conocida. Comenzó a publicarse en 1982, en las páginas de la revista Frigidaire, la revista cultural italiana de vanguardia de la década de 1980 dirigida por el malogrado Stefano Tamburini: en dicha publicación se combinaba la rebelión intrínseca del movimiento underground de la década anterior con la inevitable necesidad de hacerlo evolucionar hacia nuevos territorios.

El planteamiento de Squeak The Mouse resultaba cuanto menos sorprendente en aquellos años: se trata nada menos que de una versión clasificada X de una serie de dibujos animados del estilo de Looney Toones. Durante las primeras páginas del primer episodio parece que estamos contemplando una historia de Tom y Jerry, siguiendo las típicas persecuciones violentas entre un gato y un ratón, hasta que, súbitamente, en la última página, el gato arranca la cabeza del ratón, estrella su cuerpo contra la pared, se come sus restos y se aleja silbando plácidamente. La historia, excepto por las onomatopeyas es, además, muda. No cabe duda que esta historia aislada, extraída del álbum, tal y como se publicó en su momento en Frigidaire, debió de resultar impactante.

En el siguiente episodio, Blood Feast, la cosa ya comienza a salirse de madre. El gato acude con su novia a una party donde abundan el alcohol y las chicas. Al poco, los lectores nos daremos cuenta de que los restos del ratón masacrado en el episodio anterior han desaparecido. De esta forma, mientras el gato intenta infructuosamente llevarse a su novia al catre (otros asistentes tienen más fortuna en estas lides, como se muestra de manera bastante explícita), el cadáver ambulante del ratón comienza a masacrar uno por uno a los asistentes a la fiesta. Los que mueren de un hachazo en la cabeza pueden considerarse afortunados: el resto lo harán electrocutados, decapitados por una sierra mecánica o sumergidos en ácido. A partir de aquí, la sucesión (cuando no lo mezcla) de escenas de violencia, porno y gore no habrá hecho sino comenzar: en el siguiente episodio serán todos estos cadáveres (no precisamente en buen estado), los que asedien al gato en un festival zombi; en el cuarto, el ratón (a estas alturas,  quemado, triturado y devorado) amargará la orgía al gato…

La referencia a los años ochenta es constante en esta primera tanda de episodios: en este segundo, (mudo también, como lo serán todos los de la serie), Mattioli indica los temas que van sonando durante la fiesta: comienza con la banda sonora del musical Tratamiento de shock (1981), una especie de continuación de The Rocky Horror Picture Show que no llegó a estrenarse en nuestro país; los primeros crímenes se realizan al son de As The Time Goes By, de Funkapolitan y la matanza culmina al ritmo de Silver Surfin’, afortunado single del grupo italiano Monofonic Orchestra. En el cómic se muestran otros discos que no llegarán a sonar: el segundo álbum de Paul Mc Cartney (absolutamente discotequero); el single Play to Win, de Heaven 17; Avalon, de Roxy Music,… Una banda sonora para escucharla con la lectura, vaya. En el último episodio de esta primera serie también se hace un homenaje explícito a Videodrome, la película de David Cronenberg, protagonizada en 1983 por James Woods y Deborah Harry, la cantante de Blondie.

Esta primera serie de relatos sería recopilada en un álbum en 1984, que aquí sería editado por La Cúpula más tarde, en 1989. La publicación en Estados Unidos no estuvo exenta de polémica, ya que la obra se vio envuelta en un proceso legal para determinar si era obscena. Finalmente, el álbum no pasó la tercera prueba del test de Miller y se distribuyó con una pegatina que decía, entre otras cosas: «Este ejemplar de Squeak the Mouse pertenece al lote de libros incautado por la aduana de EE.UU. en el aeropuerto JFK el 1 de agosto de 1985.” y más adelante añadía: “Con la compra de este libro, usted ha apoyado la lucha por los derechos garantizados por la Primera Enmienda.”

Después de esta primera tanda en 1992 llegó una segunda con otros seis episodios, en donde el ratón conseguirá finalmente cargarse al gato, siendo ahora el cadáver de este el que persiga al primero con idénticas intenciones. Al final, el ratón se impone, pero sólo para terminar encontrándose en la última página con otro gato, como si de una pesadilla sin fin se tratase. Durante sus persecuciones, ambas critaturas masacrarán a todo bicho viviente que se cruce con ellos, incluyendo a los pasajeros de un boeing, una familia de clase media, los turistas de una isla paradisiaca o los animales habitantes del fondo del mar. El tono de estas historias es más surrealista si cabe, manteniéndose las habituales dosis de pornografía y gore.  La única referencia cinematográfica esta vez será La matanza de Texas 2, de Tobe Hooper (1986). Estos episodios serán recopilados en Squeak The Mouse 2, editado aquí por La Cúpula en 1994.

El tercero de los álbumes incluido en este tomo permanecía totalmente inédito hasta la fecha y es la gran novedad. En estas cinco nuevas entregas, el elemento añadido será la ciencia ficción de serie B: un alienígena resucita a nuestro malogrado gato y abduce al ratón (que en ese momento se encuentra en pleno fornicio) para que retomen sus persecuciones, cuyo campo de batalla será esta vez toda la galaxia.

La edición de Fulgencio Pimentel es exquisita, como la de todos sus libros. Sigue a pies juntillas la edición italiana, con sus bocetos e ilustraciones añadidas. Mattioli murió justo antes de poder presentarla, por lo que no tuvo ocasión de constatar el interés que han vuelto a suscitar sus obras en Italia durante los últimos tiempos.

Además de este Squeak The Mouse, el año pasado se reeditaron en su país Superwest (Panini), las aventuras de una especie de ratón humanoide, “el héroe que Occidente necesita” y la recopilación de historias Bazooly Gazooly (Comicon Edizioni), pertenecientes a la época más underground del autor. Muy recientemente, Coconino Press acaba de presentar Galaxy Joe, otra de sus obras más conocidas, cuyo personaje protagonista es un aventurero espacial híbrido de águila y pato, que tiene que bregar con toda suerte de seres extraños, desde un vagabundo vegano (por Vega), amebas en bikini o una pequeña perra de dieciocho dimensiones. ¿Tendremos la suerte de ver publicado alguno de estos libros por aquí?

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