Reseña de cómic
Sherlock Holmes Society Vol. 1
de Sylvain Cordurié y Stéphane Bervas
Ivan García
Editorial original: Editions Soleil (Francia)
Edición española: Yermo Ediciones
Guion y dibujo: Sylvain Cordurié, Stéphane Bervas y Eduard Torrents
Tapa dura: 112 páginas. Color. 24 €
ISBN-13 : 978-8416428526
Sherlock Holmes es probablemente el más popular detective de la historia —lo siento Batman—, al menos el más emblemático del siglo XIX. El personaje creado por Sir Arthur Conan Doyle nos ha deleitado una y otra vez con emocionantes historias de oscuros misterios y sus diferentes versiones a través de todos los medios, como literatura, cómics, cine o televisión.
En esta ocasión Yermo Ediciones nos trae un nuevo cómic del detective asesor de Scotland Yard. Un álbum europeo doble de la saga SHERLOCK HOLMES SOCIETY, que contiene dos capítulos de la misma historia, “El caso Keelodge” y “Negras son sus almas”.
Londres de 1894, tres años después de su enfrentamiento en la cataratas de Reichenbach con su archienemigo James Moriarty, dado por muerto, Sherlock Holmes regresa a los oscuros callejones de Whitechapel con su inseparable Doctor Watson, ayudando a la policía a atrapar un imitador de Jack, el destripador.
De vuelta al 221b de Baker Street, es interrumpido por su querido hermano Mycroft requiriendo su intervención en un asunto de secreto de estado, el cual los lleva a Keelodge, un pueblo en el norte de Irlanda arrasado por una misteriosa epidemia muy contagiosa.
La premisa de la saga Society es enfrentar al famoso detective con lo sobrenatural y, en este caso, la epidemia resulta ser una variante que convierte a los individuos que se exponen a ella en no muertos o, como son conocidos popularmente, Zombies.
Holmes y Watson se ponen a investigar rápidamente los misteriosos sucesos que los conducirán a una oscura trama de sórdidos experimentos, de epidemias por encargo, y peligrosos sujetos con ansias de poder que juegan con la vida y la muerte.
Durante sus pesquisas tendrán que regresar a Londres, donde se cruzarán con un enloquecido doctor que está trabajando con un suero secreto que puede alterar la identidad y la fuerza. Dicho suero parece ser el origen de la epidemia de la aldea de Keelodge, y quien lo esté manipulando puede poner en peligro a toda Inglaterra. El país está bajo la amenaza de ser consumido por el caos y la muerte.
Sylvain Cordurié es el responsable de guionizar la saga de Sherlock Holmes Society. No es nueva para este autor esta revisión del mito de Sherlock Holmes. Ya ha producido abundantes álbumes de este tipo como Crime Alleys, Los Vampiros de Londres o el Necronomicon.
Esta diferente versión del personaje ya no se opone al mundo sobrenatural, como se enfrenta y desenmascara en la novela El Sabueso de los Baskerville, todo lo contrario, lo acepta como una posibilidad ante el asombro de su viejo socio John H.Watson.
En el apartado gráfico tenemos en el primer álbum a Stéphane Bervas y en el segundo al español Eduardo Torrents, este último, mucho más completo. Estamos ante un cómic europeo y la calidad gráfica es estupenda.
Ambos artistas hacen un gran trabajo, y aunque cada autor dibuje un capitulo, la continuidad estilística es absoluta y no se notan diferencias.
Limpias líneas negras rodean los personajes y el entorno, gran dinamismo y rostros muy bien caracterizados. En ocasiones da la sensación que Sherlock siempre pone la misma expresión de cara, pero es un detalle sin importancia ante tanto atractivo gráfico.
Destacan los colores monocromáticos que aportan bellos juegos de luces y sombras, otorgándole profundidad y volumen al dibujo. Encajan muy bien con el clima y ambiente de esta Inglaterra Victoriana.
Una obra con una perspectiva diferente del personaje a la que estamos acostumbrados. Una historia fantástica con una gran dosis de acción, y un caso que parece que supera a un Sherlock más humano que nunca. En el siguiente volumen publicado por Yermo Ediciones termina esta historia. ¿Deseareis saber cómo finaliza este misterioso caso para nuestro querido detective y su inseparable socio…? Elemental, mi querido Watson.