Reseña de Cómic
Patrulla X – La caída de los mutantes
de Chris Claremont, Marc Silvestri y Rick Leonardi

Jesús Mateos


Editorial americana: Marvel Comics
Contenido original: The Uncanny X- Men 220-238 y The Uncanny X-Men Annual 12

Editorial española: Panini
Guión de Chris Claremont
Dibujo de Marc Silvestri, Rick Leonardi y Arthur Adams
ISBN: 9788411012980
Cartoné. Color. 568 páginas.
44,95€


¿El último gran clásico? ¿La mejor alineación de la Patrulla X? ¿El inicio de la caída de Chris Claremont? Mi veredicto es que es un gran soplo de aire fresco y un cambio necesario del estatu quo de la principal serie mutante.

Chris Claremont llevaba ya décadas trabajando en la cabecera mutante: los tira y afloja con la editorial y quizá el cansancio le estaban pasando factura. Pero aquí hay un cambio significativo en la forma de actuación de los viejos alumnos de Xavier y quizá uno de sus puntos álgidos en cuanto a ideas en la franquicia por su parte. Claremont llevaba algún tiempo «en piloto automático» y la llegada de Silvestri con un cambio de escenario le devolvió la vida a la colección.

Siempre tuve la sensación de que notaba a las aventuras anteriores un poco ahogadas en sí mismas, alargadas quizá un poco más de lo necesario, y por otra parte, también incluía personajes casi in media res, como Longshot y Dazzler, que aún no se habían desgranado…

Pero aquí Chris Claremont da el do de pecho y se torna resolutivo y épico. Primeramente, al finalizar la epopeya de Tormenta en la búsqueda de Forja y la recuperación de sus poderes (por fin).

Nadie pensaría que todo el camino personal de la líder del equipo llevaría a la Patrulla X a un punto culmen en su historia: el enfrentamiento final contra el Adversario. No me suele gustar demasiado cuando se cruzan tramas mágicas con héroes no místicos, pero en este caso es algo nuclear en la historia de Forja.

La batalla en Dallas y el nuevo comienzo en Australia es una maravilla que aporta al equipo nuevas tramas dosificadas, a veces cortitas, que le sientan muy bien después de historias que ocupaban muchos números. Sirva de ejemplo la trama del amigo personal de Dazzler donde hay espacio para la intriga y el espionaje; la ocupación de la base de los Cosechadores donde se prima la acción pura y dura; e incluso la historia navideña del tesoro de los Cosechadores donde hay mucha simpatía y positivismo gracias a Longshot.

Intentando que otros autores no jugara con sus personajes, cual loba defendiendo a sus cachorros, hace que el mundo crea que la Patrulla X está muerta. Esta jugarreta editorial le permitió seguir usando a los personajes sólo para sí una última vez. No en vano, en la siguiente saga, ya «chocaría» en el evento pre-noventero «Infierno» con otros autores y series mutantes (y tangencialmente no mutantes).

Un nuevo comienzo

No son historias banales, sino que Claremont las aprovecha para sacar a relucir a uno u otro mutante, cosa muy necesaria después del protagonismo de Tormenta o Pícara de arcos anteriores.

Estos cambios no sólo son palpables en el cariz que toma el equipo, ahora casi convertido en un equipo de operaciones encubiertas, sino en la fantástica llegada de Silvestri y Leonardi a los que considero muy revolucionarios en el aspecto de los mutantes, y aún eran talentos por explotar hasta que llegaran a su mayor nivel.

Limpieza en la base cosechadora

Silvestri aún no estaría marcado por la estela de Jim Lee, sino que le da a cada personaje su propia forma de estar. No caen, ni luchan, ni hablan igual Dazzler que Pícara, por ejemplo.

Sigue aportando un toque de modernidad que era necesario después de tanto clasicismo. No es rupturista con respecto a viñetas de autores anteriores, sino que da un paso más allá hacia un dibujo que nos parece mucho más cercano y esto gusta a muchísimos lectores. Cabe recordar que es en esta época donde muchos de ellos se subieron al carro de los tebeos.

El Coloso de Leonardi

Leonardi aparece en algunos números aquí y allá, pero sus trazos con un cierto aroma a «cartoon» catapultaban, gracias a su plasticidad, a la Patrulla X a la narrativa contemporanea.

El número dedicado a Coloso e Ilyana es formidable, visualmente muy atractivo, y seguro que gusta incluso a lectores no acostumbrados a dibujantes clásicos como Romita Jr. o Paul Smith.

Lo mejor de todo es que todas estas palabras sólo describen el buen hacer de estos autores hasta la mitad del tomo. Y es que la otra mitad es, a mi juicio, incluso mejor gracias a dos líneas argumentales: la revancha del Nido y la presentación de Genosha.

El Nido bajo una óptica a lo Aliens

La trama de la llegada del Nido a la Tierra es puro blockbuster. ¿Os acordais del cambio de tono y estilo entre El octavo pasajero y Aliens? Pues aquí tenemos mucho de ese Aliens: acción, dientes afilados, presas humanas y dibujazo que se marca con buenos sombreados el gran Silvestri.

Es diversión pura y dura y tengo la sensación de que Claremont, en esta ocasión, se dejó llevar ante el nuevo panorama friqui que tenía a su alrededor. Y acertó de pleno con esta saga.

Extracto de la batalla contra el Nido

Y ya con la traca final tenemos la presentación de Genosha y todo lo que vendría a significar para Marvel en general y los mutantes en particular. Claremont, mientras tanto, sigue tirando los hilos para la destrucción y renacimiento de Madelyne Pryor. Ésta sirve de cebo para que la Patrulla X termine en Genosha impartiendo un poco de justicia a base de mamporros de acero, rayos y adamantium.

Claremont se toma su tiempo para presentar Genosha, cómo es el país gracias al uso narrativo de las noticias como instauró en El regreso del Caballero Oscuro Frank Miller —recurso usado poquísimo, huelga decir—, cómo viven los mutantes, cómo viven los humanos, etc.

Un paseo por Genosha

Quizás no sea del todo conocido por los lectores que el plan original de la Alemania Nazi era la de instalar al pueblo judío en Madagascar, para tenerlos controlados y no se llevó a cabo por falta de fondos para dicha idea y la entrada directa en la Segunda Guerra Mundial. Aquí, Chris Claremont, pinta a los humanos en una gama que va desde paternalistas a sucia escoria, desde luego un reflejo fidedigno de lo que podría haber resultado de aquella idea monstruosa.

Claremont se implica en ciertos dilemas morales entre el individuo, el estado, la moral, la familia y, lo mejor de todo, es que después llega Logan y Pícara a desmontar todo el tinglado porque, desde luego, Claremont tiene claro que a veces hay que ensuciarse un poco. Y más teniendo en cuenta las circunstancia de esta alineación mutante, que actúa de forma quirúrgica y en secreto.

Lobezno es el mejor en lo que hace

Nos encontramos ante un tomo divertidísimo, épico, lleno de aventuras distintas en su tono y contenido, en donde todos los componentes del equipo pueden brillar. Desde luego este equipo creativo ha conseguido con esta etapa que personajes que no me agradaban demasiado ahora me parezcan mucho más interesantes y tenga muchas más ganas de seguir con ellos. Ahora hasta quiero saber la historia de Pórtico y eso que no llega a decir ni una palabra.

Leedlo, disfruten y no pierdan su tiempo en tebeos peores.

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