Reseña de Cómic
Noir Burlesque 1
de Enrico Marini
Jesús Mateos
Editorial original: Dargaud
Contenido original: Noir Burlesque 1
Editorial española: Norma Editorial
Guion: Enrico Marini
Dibujo: Enrico Marini
Cartoné. Color. 104 páginas.
ISBN: 978-84-679-5679-5
25 €
Me enamoré allá por 2010 o así del maravilloso trabajo del italiano Enrico Marini cuando un día en la tienda donde compraba mis grapas mensuales de Vengadores y Thunderbolts (reseña aquí) vi un álbum «de romanos» (en general me gustan los productos relacionados con la historia de Roma).
Lo que encontré en dicho álbum europeo era otra cosa que para otros lectores mayores que yo era algo habitual: más allá de las grapas de Marvel y DC había mucha más vida comiquera. ¡Y qué vida!
Era el primer volúmen de Águilas de Roma, donde Marini relataba la historia real de Arminio, pieza fundamental en la batalla de Teutoburgo, una de las grandes derrotas romanas que les obligó fijar el limes germano, entre otras consecuencias.
Ahí encontré viñetas llenas de detalles: callejuelas romanas, colorido, violencia, sensualidad (y sexo explícito) y todo realizado con acuarelas, tinta (y tiempo dedicado) que llegaban al horror vacui, debido a la cantidad ingente de información que albergaba cada página.
Leí Águilas de Roma varias veces sólo para deleitarme entrando en una Roma Imperial aún en sus primeros compases, amén de disfrutar con los dibujos de Marini. Desde entonces no he hecho más que aumentar el volumen de material europeo y en particular quise tener más álbumes dibujados por el artista.
Marini, después de haber contado historias —en general guionizadas por otros autores— de distintos géneros, se mete de cabeza como autor único en uno de los géneros más ricos en emociones: el género negro. Concretamente un subgénero concreto llamado crook story, protagonizado por criminales y gente de mal vivir.
Cuando Marini ha trabajado como autor único, sus guiones suelen pecar de algunos fallos evidentes pero que solemos perdonar debido a la calidad gráfica con la que suple las carencias que tienen sus historias.
¿Tenemos esas evidencias en Noir Burlesque? Marini ha jugado muy bien sus cartas al presentar una historia que va a ser corta, lo cual minimiza la existencia de errores en el desarrollo y minimiza sus posibles carencias como escritor. Ahí ha estado muy acertado: lo bueno, si breve…
Además, Marini, ha querido innovar estéticamente al renunciar al color, y presentar un álbum en completa escala de grises, con unos escenarios un poco simplificados, y donde sólo el rojo tiene aparición en diferente grado.
De esta forma, consigue darle la apariencia de película clásica de los años 40, y con el rojo enfatiza aquello que nos ha de alertar: la sangre, el pelo rojo y el carmín de la femme fatale de la historia, etc.
Desde luego Marini ha querido desprenderse de ciertas cargas innecesarias para dar a la historia de Noir Burlesque una agilidad de lectura y una simplificación (dicho positivamente) que potencia las cualidades que tiene el álbum tanto en su estética como en la historia y en sus personajes.
Para su historia, el itálico nacido en Suiza hace acopio de todos los clichés del género negro: la atmósfera de la ciudad, el aspecto clásico de sus habitantes, el contraste de las altas esferas y el lujo de los grandes capos con las deudas y el humilde hotel donde duerme nuestro protagonista. En este primer álbum incluso los lugares donde se desarrolla la historia son reconocibles y similares a los vistos en películas como «El Sueño Eterno» o «El Halcón Maltés».
Todo es reconocible en el mundo que pinta Marini: los personajes son reconocibles con pocos diálogos pero potenciados con una apariencia concreta. Están los matones con cara de pocos amigos, el boss impecable a lo Corleone, el policía con bigotito que comparte un pasado con el protagonista, la peligrosa chica, Caprice, a la que es mejor no acercarse debido a sus conexiones peligrosas y que me recordaba un poco al papel de Cameron Díaz en «La Máscara»: apariencia vulnerable pero manipuladora y juguetona y donde el rojo era su característica visual.
El protagonista, Terry Cole, es el epítome de tipo duro, cínico y de moral laxa que se ve abocado a los problemas debido a terceras personas o historias de su juventud que le pasan factura. Tiene la actitud de Humphrey Bogart, el físico de Daniel Craig en «Casino Royal» y la mandíbula cuadrada y el puñetazo del Batman más duro.
Habrá gente que piense que es un pastiche de clichés, pero yo me he divertido mucho imaginando las referencias que habría usado Marini, para tal o cual escena o personaje. Es un festival u oda a un género tan atrayente.
Y lo cierto es que lo que cuenta Marini es divertido, debido a su lectura ligera que permite jugar a este juego de referencias cruzadas. Me recuerda, en cierto modo, al primer álbum de Blacksad, y es un gran espejo en el que mirarse desde luego. En Blacksad también todos los personajes, escenarios y situaciones eran reconocibles (aunque debido a otras herramientas narrativas) y el arte era excelso.
Si hay algo que es propio de las obras de Marini es la recreación de una escena sexual o toque erótico. Aquí, en forma de baile cabaretero. En esta ocasión comete un fallo «de novato»; concretamente en la escena donde empiezan a juguetear en la cama los protagonistas: el autor intenta hacer un paralelismo musical, como queriendo darle profundidad o toque poético innecesario y que se queda en un pobre intento de metáfora visual. A pesar de todo, las chicas son preciosas, los buenos son apolíneos y el rojo da el toque picante y sexy que tanto le gusta a Marini.
La historia nos deja a la mitad, con una presentación sobria y efectista de todos los personajes de la obra, donde cuentan todo lo que necesitas saber en pocos diálogos, se cruzan las vidas de los personajes y se presenta la trama central.
No hay muchas viñetas por página, lo que magnifica el arte de Marini sin que la narración no se vea perjudicada, ya que la acción, cuando la hay, es directa y concreta, muy resolutiva.
El tebeo tiene todos los ingredientes para ser un buen producto. Por ejemplo, comparativamente, la historia presentada en Pulp de Brubaker y Sean Phillips es más opresiva y dura incluso siendo más corta.
Como comentaba antes, creo que este Noir Burlesque es el esfuerzo de Marini por acercarse al mundo que presentó en viñetas hace un par de décadas Blacksad. No busca innovar en un género encorsetado por sus propios elementos, sino que trata de contar una historia sólida con un gran dibujo.
Creo que a los amantes del cine negro les sacará una media sonrisa porque Noir Burlesque es una obra dedicada a todo ese clasicismo. No veo problemas severos en la trama dispuesta, más allá del temor a que la continuación sea de baja calidad y entonces convierta a este álbum en material para ser vendido como segunda mano.
También entiendo que eche para atrás el precio: duele gastar 25 € en estos tiempos si no estás convencido de la calidad de la obra y más cuando en Francia vale unos 19 €, aunque hablamos de un álbum europeo mucho más grueso de lo habitual: 104 páginas en lugar de las 48 o 56 páginas habituales.
La edición de Norma es excelente, aunque una pulgada más corta que otros álbumes europeos: lomo curvo; tapa dura; papel de gramaje alto y poroso, que le sienta fenomenal al estilo en escala de grises de Marini y, al final, contiene bocetos e ilustraciones que bien valen estar en una lámina enmarcada en una pared.