Reseña de Cómic
Excalibur
de Alan Davis
Norman C
Editorial americana: Marvel
Guion de Alan Davis y Scott Lobdell
Dibujo de Alan Davis, Doug Braithwaite, Joe Madureira, Scott Kolins, Will Simpson y James Fry
Etapa comprendida entre Excalibur números 42 a 67 USA
Hoy nos ponemos clásicos para hablar de una de las etapas más refrescantes que han tenido los mutantes en general y Excalibur en particular. Pero antes un poco de contexto.
Se alza la espada
Excalibur nace en pleno boom de la franquicia mutante. El arrollador éxito de Uncanny X-Men durante los años ochenta trajo consigo los sucesivos lanzamientos de Nuevos Mutantes, Lobezno, Factor-X y el propio Excalibur.
Claremont y Davis establecen como pretexto para el grupo que Kitty, Kurt y Rachel creen muerta al resto de la Patrulla-X, por lo que se acaban refugiando en Inglaterra junto al Capitán Britania y Meggan y fundando Excalibur.
Aunque la premisa inicial es dramática, el concepto de la serie busca claramente ser más optimista y estar centrado en el humor, siguiendo la estela del gran éxito que estaba teniendo la mítica Liga de la Justicia Internacional de Giffen y DeMatteis.
Claremont y Davis se divierten y nos divierten con una alocada sucesión de aventuras donde nuestros héroes se ven las caras con Los Lobos de Guerra, Juggernaut o Árcade.
Sin embargo, existía un problema, ya que el grupo debía permanecer ajeno al hecho de que sus camaradas seguían con vida, o, de lo contrario, Excalibur corría el riesgo de disolverse al volver la mayoría de sus integrantes a las filas del grupo principal.
Claremont se las ingenia para escribir un cruce con Inferno donde no se ven las caras, pero enseguida debe tomar una decisión al respecto.
Crisis en dimensiones alternativas Infinitas
La solución consiste en embarcar al grupo en una saga donde van saltando de dimensión en dimensión. Lo que en principio parece una buena idea se va alargando en exceso y acaba por ocupar todo un año de la colección.
Aunque nos encontramos con momentos muy divertidos, como cameos del propio Claremont y Byrne y una saga homenaje a John Carter realmente entretenida, el resultado final es demasiado irregular, y, para colmo, supone la despedida de Davis como dibujante de la colección.
Travesía por el desierto
Podía parecer que el final de la saga supondría un punto de inflexión para la serie, pero se encadenan varias ausencias de Claremont al guion y un exceso de números autoconclusivos sin mucho que contar que mantienen a la colección un tanto a la deriva.
Al menos Claremont retorna para poner punto final a su etapa con una última aventura de tres números que resuelve uno de los cabos sueltos dejados por los viajes dimensionales.
A partir de ahí será principalmente Scott Lobdell el encargado de llevar la serie hasta la llegada de Davis como autor completo. Al menos plantea una saga contra el Doctor Muerte, un curioso número protagonizado por Lockheed y resuelve de una vez el problema del aislamiento de Excalibur respecto al grupo principal.
Por fin Davis
Las dudas que podrían existir por la escasa experiencia del británico como autor completo se disipan enseguida. Davis ofrece en cada número una clase magistral a muchos guionistas actuales que viven de la famosa narración descomprimida y contemplamos que en apenas veintidós páginas se suceden de forma dinámica multitud de tramas.
Se resuelven cabos sueltos pendientes desde el inicio de la serie e incluso se hace referencia a escenas que apenas duraron dos viñetas y que Davis acaba encajando, como si de un puzzle gigantesco se tratase, en la historia que nos está contando.
Envía a Brian, Rachel y Meggan a viajes en busca de ellos mismos y renueva el elenco de personajes con algunos de creación propia como Kylun, Cereza o Feron y otros repescados de la Marvel inglesa como Micromax.
Incluso zanja el triángulo amoroso de Brian, Meggan y Kurt que venía amenazando con explotar desde hacía cuarenta números.
Todo ello recuperando el humor disparatado, con el ataque de La Tecno Red al faro de Excalibur que deriva en una serie de incómodas y divertidas situaciones y en la aparición de la peculiar Patrulla-N.
Y de paso dota al grupo de un gran enemigo como Necrom, algo de lo que no andaban muy sobrados a pesar de la presencia recurrente de Jamie Braddock y cierta gemela dimensional de Courtney Ross.
La ambición de la etapa es tal que se lanza sin complejos a resolver y explicar situaciones como las maquinaciones a las que se había visto sometido el grupo desde su creación o todo lo relativo a Rachel y su relación con la fuerza Fénix.
Una saga inicial modélica que finaliza en un número 50 doble. A partir de ahí llegan algunos números de relleno donde Davis descansa como dibujante o incluso como guionista y donde aparecen tanto los X-Men como Spiderman para tirar de las ventas.
La siguiente saga de Davis a pleno rendimiento traerá dramáticas consecuencias para el grupo y sus allegados. Por desgracia, después volveremos a tener un impasse de cuatro números donde Lobdell toma los mandos con un par de aventuras ligeras, la primera de ellas dibujada por un Joe Madureira que estaba a punto de explotar como artista de moda.
La recta final de la etapa sería publicada de forma poco comprensible por Forum en un tomo aparte con la excusa de acercarse a la edición americana.
Este tomo supone una notable despedida, ya que Davis, lejos de dar muestras de agotamiento, no para de presentar a nuevos personajes pertenecientes a una nueva organización secreta del gobierno británico. La última aventura de dos números parece un particular guiño a la excelente Días del Futuro Pasado, aprovechando para visitar el futuro del que proviene Rachel.
Lamentablemente, la decisión de Marvel de relacionar estrechamente a Excalibur con el resto de colecciones X para tratar de mejorar las ventas acabó provocando que Davis decidiese abandonar precipitadamente la serie. Como consuelo pudo trabajar en la también destacable Clandestine.
Los sucesores de Davis optaron por hacer borrón y cuenta nueva con una serie de decisiones que se cargaron de un plumazo buena parte de lo anterior. Para empezar se sacaron de la manga que el Capitán Britania había quedado perdido en la corriente temporal en una escena fuera de cámara.
Para seguir, despidieron apresuradamente a los nuevos miembros. Especialmente triste fue la despedida de Cereza, cuya frescura e ingenuidad sobre las costumbres terrícolas fue echada por tierra en una saga que desvelaba su origen y lo vinculaba a cierta raza galáctica.
Y todavía peor fue lo de Feron, personaje que funcionó como contrapunto cómico a Kitty y que quedó totalmente olvidado por los guionistas, incluso cuando retomaron la situación de Meggan.
Nos quedará la duda de lo que pudo haber sido y no fue de haber continuado Davis a los mandos, pero lo que nadie podrá quitarnos es la enorme cantidad de diversión que nos produce volver a leer sus historias y el deleite de contemplar sus excelentes y elegantes dibujos.
Simple y llanamente la mejor etapa de la historia de Excalibur y una de las más destacadas de la franquicia mutante, como ya te contamos en nuestro post Los mejores cómics de los X-Men.