Guionista: Frank Miller
Dibujante: John Romita Jr
Editorial española: ECC
Editorial americana: DC Comics

 

El primer volumen de Superman: Año Uno supuso toda una sorpresa, al menos para este que escribe, lejos de los pronósticos qué vaticinaban un desastre (dado el nivel que habían mostrado los últimos años los autores implicados en el proyecto) tanto Frank Miller como John Romita nos dieron una historia muy entretenida y con un enfoque muy diferente a la habitual de los primeros años de Kal-El en la tierra.

Por supuesto ese «Año uno» quedaba a años luz de la historia que viene a la cabeza a cualquier aficionado cuando lee este título, pero la prosa de Miller (quién tuvo retuvo) lograba enganchar desde las primeras páginas y el enfoque elegido para la historia, centrado en los años escolares de Clark y el problema del bullying era algo distinto y que no habíamos visto en ninguna historia de origen del kriptoniano. El giro final de las últimas páginas aumentaba la sorpresa, con un Clark terminando el Instituto no para ir a la universidad o Metrópolis, como sería lo típico, sino eligiendo (cómo muchos jóvenes americanos) unirse al ejército esperando ver mundo y conocerse más a sí mismo.

Romita, dejando atrás la horrorosa portada con la que presentaba la serie, lograba en las páginas interiores un nivel bastante aceptable (de nuevo a años luz de sus mejores trabajos pero también muy lejos de la desgana y dejadez de los últimos años) incluso sus cada vez más evidentes problemas en la anatomía y proporciones de los personajes estaban aquí más atenuados.

En conjunto fue una sorpresa y una lectura agradable que dejaba con ganas de saber cómo continuaría, por desgracia las buenas expectativas creadas por la primera parte se derrumban en esta segunda.

El tomo comienza dónde se quedó el anterior, con Clark llegando con el resto de reclutas a la base de los marines dónde se somete al entrenamiento que hará de el un soldado, por momentos parece que Miller está recreando «Oficial y caballero» o algunas de las películas de aprendizaje militar que llenaron las pantallas en los 80 y 90. Vemos a Clark entrenando,  aprendiendo combate cuerpo a cuerpo, a disparar… y llamando la atención de uno de sus mandos, dada la absoluta superioridad tanto física como de habilidades que muestra sobre el resto de sus compañeros.

El relato sigue con los pies muy en la tierra tal y como venía ocurriendo desde las primeras páginas del tomo anterior, pero aquí Miller empieza a introducir una serie de elementos que sacan de la lectura totalmente; desde la elección de unos reclutas bisoños para una operación antiterrorista, en la que Clark ha de revelar sus poderes para salvar a sus compañeros hasta un nuevo poder para Superman que el guionista se saca de la manga (ahora puede respirar y hablar debajo del agua) pero lo peor llega al final, donde toda suspensión de la incredulidad salta por los aires cuando aparece nada menos que Lori la Sirena, personaje de la Edad de Plata que Miller introduce en la historia junto a todo su reino subacuático (con su padre Poseidón incluido)

A partir de aquí la trama, que hasta entonces había permanecido muy con los pies en la tierra (ni súper-villanos, ni batallas de superpoderes, ni siquiera uniformes de superhéroes) se convierte en una especie de «los doce trabajos de Hércules» versión Superman, en el que este ha de superar una serie de pruebas que el malvado (e incestuoso) Poseidón le impone para ganar la mano de su hija. Incomprensible ese giro a una trama tan trillada y el uso de elementos y personajes de la Edad de Plata en un relato que hasta ahora estaba muy pegado a la realidad.

Romita sin embargo hace aquí sus mejores páginas, con un dibujo muy limpio y algunas páginas espectaculares sobre todo en las luchas, ya totalmente superheroicas.

En conjunto una decepción, no por la realización ni por el cómic en sí, que sigue siendo entretenido, sino por el cambio de rumbo de la historia que tira por tierra todo el trabajo anterior y porque cae en caminos ya muy trillados dentro de este género. Romita, sin embargo, sigue en franca mejora y es el único motivo para esperar con algo de interés el siguiente capítulo de esta historia.

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