Reseña de cómic:
Sir Tim O’Theo Integral

Guion: Raf, Andreu Martín, Ron Clark 
Dibujo: Raf (Joan Rafart i Roldán)

La editorial Bruguera fue cuna de multitud de personajes, centenares, que durante décadas acompañaron a generaciones de jóvenes (y a los no tan jóvenes) de este país. El éxito de Mortadelo y Filemón oscureció a la mayoría de estos . Con el cierre de la editorial y el poco interés que Ediciones B tuvo durante casi 30 años, hizo que la mayoría cayera en el olvido.

Random House: el nuevo hogar de Bruguera

Con la llegada de Random House ese error histórico está empezando a repararse y a los integrales de 13 Rue del Percebe y Rompetechos les han seguido otros, entre ellos este Sir Tim O’teo.

Sir Tim es una rareza dentro de los personajes de la escuela Bruguera, lo es en primer lugar por su propia concepción. Mientras que el restos de series de la casa adaptaban de un modo u otro diferentes tipologías de la España de la época: el mendigo Carpanta, los gemelos traviesos Zipi Y Zape, los chapuzas Pepe Gotera y Otilio, el currito para todo Sacarino, las cotillas hermanas Gilda, Sir Tim O’teo era un remedo de Sherlock Holmes que vivía en una Inglaterra muy particular acompañado de un conjunto de secundarios típicamente británicos, desde el mayordomo hasta el policía de Scottland Yard, pasando por la viuda rica.

También eran diferentes sus aventuras, que no se limitaban al gag de pocas páginas y la historia autoconclusiva sino que, a imitación de las de la BD, eran más largas y tenían una cierta continuidad entre ellas. El propio estilo de Raf, más trabajado que en la típica serie Bruguera, acentuaba ese parecido a las series juveniles del cómic franco belga.

Sir Tim O’Theo, la edición Integral

Lo que tenemos en este integral son las aventuras largas del personaje (las cortas de pocas páginas parece que serán publicadas en un segundo tomo) en las que Sir Tim O’teo, su fiel mayordomo Patson, el torpe policía Blops, Mac Latha, el fantasma y el resto de secundarios que habitaban «Bellota Village» se enfrentaban con humor, torpeza y ciertos toques surrealistas a las investigaciones y misterios que el injustamente poco reconocido guionista Andreu Martín junto al propio Raf, Ron Clark y otros, crearon para estos personajes.

Aventuras ligeras, juveniles, en las que el mcguffin de un caso (sea el secuestro del alcalde, el robo de una joya o la desaparición de un sarcófago egipcio) da pie a que se produzcan situaciones cómicas y surrealistas basadas en gran parte en la personalidad de los personajes que, aunque simples y poco desarrollados, llegan a ser entrañables.

El dibujo es quizás lo mejor de este tomo. Cartoon, como demandaba la editorial y la época, pero con un trazo muy personal y, a pesar de la la rapidez con la que Raf debía trabajar para cumplir los plazos de entrega de la época, está mucho más trabajado que la típica serie Bruguera, con diseños de páginas y alardes narrativos que nunca vimos en el Mortadelo de Ibáñez, por ejemplo.

En conjunto, un cómic recomendable sobre todo para quienes crecieron leyendo la escuela Bruguera, pero que puede disfrutar cualquiera que aprecie el estilo cartoon y sea capaz de apreciar el mérito de un muy buen dibujo y la sencillez de unos guiones que no aspiraban más que a entretener.

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