Reseña de cómic
Regreso a Belzagor
de Robert Silverberg, Philippe Thirault y Laura Zuccheri
Humberto da Silva
@humdasilva
www.humbertodasilva.com
Editorial original: Les Humanoïdes Associés
Editorial española: Ponent Mon
Guion: Philippe Thirault
Dibujo: Laura Zuccheri
Color: Silvia Fabris
Cartoné. Color. 112 páginas.
ISBN: 978-84-17318-31-4
26 €
Regreso a Belzagor es un cómic basado en la novela Downward to the Earth de Robert Silverberg. Y resulta que Robert Silverberg, desconocido por el gran público —y hasta este momento, por el que escribe estas líneas—, es uno de los mayores autores de la ciencia ficción del siglo XX, respetado y admirado amigo de Asimov con el que escribió a cuatro manos The Positronic Man (El Robot Humano), relato que, junto a The Bicentennial Man (El Hombre Bicentenario) de Asimov, sirvieron de base a la película protagonizada por Robin Williams que todos conocemos.
Robert Silverberg (Brooklyn, Nueva York, 15 de enero de 1935) ganó el premio Hugo de 1956 al escritor joven más prometedor. A partir de ahí, recogió otros galardones como el Hugo a la mejor novela corta de 1969 por Alas nocturnas, el Nebula a la mejor novela de 1971 por Tiempo de cambios o un premio Locus a la mejor novela corta de 1975 por Nacidos con los muertos.
En el 2004 recibió el Damon Knight Memorial Grand Master Award por toda su trayectoria, lo que demuestra la enorme importancia del autor.
La presente versión de su obra en cómic empieza presentándonos al joven teniente Edmund Gundersen a la llegada de su próximo destino, el planeta colonia llamado Tierra de Holman. Desde el puerto espacial, Gundersen se traslada a la Estación Naggiar, donde servirá a las órdenes del comandante “Crazy” Kurtz. En su primer encuentro, vemos la típica escena cinematográfica entre un superior excéntrico y su joven y preparado oficial. Gundersen aprenderá por las malas qué son las naggiar y el valor curativo y económico de su veneno.
Las naggiar son enormes serpientes autóctonas, cuyo veneno tiene el poder de regenerar tejidos biológicos, motivo por el cual la industria farmacéutica de la Tierra está dispuesta a invertir millones en la colonización de la Tierra de Holman. En su primer día, Gundersen no sólo ha podido conocer más de cerca a una naggiar de lo que hubiese deseado, sino también conocer de primera mano la fama que le precede a su “loco” comandante.
Estas primeras páginas no son más que un recuerdo de Gundersen. La historia que vamos a presenciar es la que empieza en las páginas siguientes, dieciocho años después, y que le da sentido al título de la obra: “Regreso a Belzagor”. Porque esto es, precisamente, lo que ocurre.
Como decíamos, dieciocho años después, Gundersen ya no está destinado a la Tierra de Holman. De hecho, por razones políticas que se adivinan en los comentarios de los personajes, el planeta está en pleno proceso de descolonización. En primer lugar, ha recuperado su nombre original: Belzagor. Descubrimos también que las páginas iniciales no nos habían mencionado que Belzagor era un planeta habitado por dos especies inteligentes que coexistían pacíficamente: los Nildor, cuyo aspecto recuerdan a nuestros elefantes, y los Sulidor, semejantes a primates con grandes colmillos y garras que, en contra de lo que su apariencia fiera nos pueda llevar a pensar, son seres pacíficos y serviciales que fueron empleados como una suerte de trabajadores no cualificados en el periodo colonial del planeta.
Debido al proceso de descolonización, las visitas al planeta son estrictamente controladas por las autoridades y el regreso de Gundersen se debe, precisamente, a que ha sido contratado por una pareja de científicos/antropólogos que desea estudiar la “Ceremonia de Renacimiento”, un rito misterioso realizado por los Nildor en una no menos misteriosa región del planeta llamada “El País de las Brumas”. Dicha expedición no cuenta ni con el conocimiento ni con el beneplácito de las autoridades, así que el matrimonio Wingate confía en la experiencia y el conocimiento del terreno por parte de Gundersen para que la misión sea un éxito.
A lo largo de las páginas iremos descubriendo que para Gundersen este regreso a Belzagor será todo un viaje de reencuentro consigo mismo y con su pasado. Él ya no es aquel joven impetuoso y temerario que llegó por primera vez al planeta. En la antigua Tierra de Holman vivió, cometió errores, aprendió y maduró mucho. Ahora regresa a otro sitio, por decirlo de alguna forma pero, como veremos, algunos fantasmas le persiguen. Así como el arrepentimiento y la necesidad de ver este mundo, y sus habitantes aborígenes, desde una mirada de respeto y, porqué no, admiración.
El título original, Downward to the Earth, que podría traducirse por “Hacia abajo a la tierra”, es una referencia a un pasaje bíblico del Eclesiastés 3:21, “¿Quién sabe que el aliento de vida del hombre asciende hacia arriba y el aliento de vida del animal desciende hacia abajo, a la tierra?”. Percibir esta referencia nos ayuda en mucho a contextualizar la obra que tenemos delante y entender el porqué de esa componente espiritual en la obra en el que la Ceremonia de Renacimiento y el veneno de las naggiar son ejes fundamentales.
No puedo evitar ver la Ceremonia de Renacimiento, la armonía entre los Nildor y los Sulidor, las serpientes y su veneno como una suerte de caduceo de Mercurio, donde la iluminación nace de la fusión entre un principio activo con otro pasivo ante la presencia inquietante de la Kundalini o serpiente edémica, escalera de subida o bajada para todos los seres. Que esta fuera la intención de Silverberg sería algo que tendría de descubrir.
A lo largo de sus páginas, innumerables son las reflexiones sobre la relación del Hombre con la Naturaleza, con los animales y, por supuesto, con las humanidades desprovistas de desarrollo tecnológico pero que, muchas veces, se demuestran más sabias, respetuosas y equilibradas en su relación con la naturaleza y con los demás vivos. El pasaje bíblico nos habla ciertamente de una posición más elevada del hombre respeto a los animales, pero nos resta una reflexión última: ¿Somos los humanos dignos de la categoría de Hombres de la que el Libro nos está hablando?
En Regreso a Belzagor, Gundersen está llamado a reflexionar sobre su relación con el planeta y sus criaturas, así como con los seres humanos con los que se encontró… y con los que dejó allí. Por otro lado, estaremos invitados, como testigos de excepción y como es de esperar, a la “Ceremonia de Renacimiento” y comprender cómo el mundo natural está regido por leyes que van más allá de la moral y la vanidad humanas y de cómo la naturaleza puede corromperse cuando tratamos de añadirle tales experiencias y elementos humanos.
Además de las relaciones humanas, esta obra nos confronta con las relaciones entre países, naciones y culturas. Con la historia de nuestro propio planeta Tierra. Sus referencias a nuestro periodo de descubrimientos y posterior colonización es evidente, así como del papel de los estados y de las iniciativas empresariales que, también ellos regidos por una cierta carencia de moral y un exceso de vanidad, actuaron como fuerzas ciegas que han moldeado nuestro presente.
Philippe Thirault, el guionista que ha adaptado la obra original a este cómic, parece hacer un trabajo sólido y confieso que me es imposible valorar cuánto de ello se debe al relato original o a su propio buen hacer, pero he de decir que hace la obra pareceer un todo independiente de cualquier versión anterior y eso ya es mérito suficiente y signo de un trabajo bien realizado. Es de esperar que el desarrollo de los personajes sea mayor en la obra original pero, teniendo en cuenta el número de páginas de la obra objeto de esta reseña, podemos decir que este apartado me parece bien resuelto por Thirault. Me refiero a que el lector no tiene dudas sobre qué está leyendo y cuál es la situación de la trama en ningún momento.
En el apartado gráfico de la obra, el tándem formado por Laura Zuccheri y Silvia Fabris es formidable. Zuccheri ha conseguido crear un mundo deslumbrante, creíble y rico en formas. Tanto los entornos tecnológicos como los naturales están representados e ideados de forma muy realista y el trabajo de construcción del mundo es intachable. El coloreado de Fabris, sin ser excepcional, es el que la obra demanda y sin duda resalta la buena labor de su compañera. El trazo fino y la capacidad de dotar a sus personajes y criaturas de Zuccheri de una excelente expresividad hacen que uno disfrute enormemente de la obra.
Particularmente, adquirí la obra en inglés, sólo para descubrir que la edición americana es menor y que, además, censura ciertos desnudos, lo cual me ha molestado y dejado con ganas de adquirir la edición francesa, ya que es la original. En todo caso, hay buenos comentarios sobre la edición de Ponent Mon, aunque me ha parecido entender que no ofrece material extra que, en el caso de la americana, tampoco es que sea mucho. Desconozco qué ofrece la edición francesa como material extra.
En todo caso, estamos, sin duda, ante una obra profunda y que seguramente hará nacer en algunos de sus lectores la curiosidad por conocer la tanto la obra original como otras obras de Silverberg. Más allá de ese particular, este Regreso a Belzagor invita claramente a una relectura, y con ella, a profundizar, como ya comenté hace algunas líneas, en aspectos de nuestra historia, de nuestra relación con otros pueblos, la naturaleza y, en definitiva, con el fenómeno de la vida, lo que nos conducirá a percibir, entre otras cosas, lo fácil que es estar o caer tanto en el bando perdedor como en el bando vencedor, lo fácil que es cegarse en la creencia de nuestra superioridad técnica y, con ello, caer muy bajo en el apartado moral y humano. Prueba de ello, es el total desastre ecológico y de desigualdad económica en el que nuestro planeta está inmerso.
Una obra muy recomendable para los amantes de la ciencia ficción y del cómic en general que nos invitará a muchos a conocer y contextualizar la obra de Silverberg. Una reflexión sobre nuestro futuro como especie en nuestro planeta y nuestro papel como humanidad en en la exploración del Cosmos que vale cada segundo invertido en su lectura.