Reseña de Cómic
Inframundo
de Pep Brocal

Edición original española: Astiberri (V-2019)
Guion, dibujo y color: Pep Brocal
312 páginas. Encuadernación en cartoné

Para cuando esta reseña se haya publicado, ya se habrá adjudicado el Premio Nacional del Cómic 2020 (o estará a punto de hacerse). En mi opinión, esta es una de las obras que cuenta con más papeletas para llevarse el galardón.

Con este Inframundo, Pep Brocal ha encadenado tres más que interesantes álbumes. El primero es de 2013, Alter y Walter o la verdad invisible, una alucinante historia en la que un hombre con una vida mediocre se ve súbitamente alterada una mañana, mientras se está mirando en el espejo. En ella, su estilo personal se suelta definitivamente, especialmente en varios aspectos: la composición de la página, con grandes viñetas que remarcan su característico trazo; su peculiar tratamiento del color, que confiere un aire entre retro y extraño a sus dibujos, con los que combina especialmente bien y, por último, unos textos cuidadosamente meditados, que encajan al milímetro con el desarrollo de la acción.

El segundo, Cosmonauta, narra las vicisitudes de Héctor Mosca, uno de los millones de jóvenes que han sido lanzados al espacio en cohetes unipersonales desde un mundo agonizante ambientado en un futuro lejano. Su objetivo es pedirle a Dios, cuya existencia ha sido descubierta, una segunda oportunidad para la humanidad. Como en el álbum anterior, el viaje interior del protagonista irá ganando peso en la narración, aunque en esta ocasión el tono es bastante más nihilista. El tercero, Mascotas, espíritus y otros prodigios del Inframundo, tiene por protagonista a Amalia, una mujer que ha malgastado su juventud y se ha encontrado regentando la portería que llevaba su madre. Debido a una serie de extrañas circunstancias, se verá abocada a realizar un viaje fantástico en busca de su gato Dudu, que la llevará nada menos que a atravesar el Infierno de Dante.

Tres álbumes, tres viajes distintos, pero todos con una característica común: a pesar de que el protagonista tiene siempre un objetivo marcado, su verdadero viaje consiste es interior, tratando de aclarar las razones de su frustración y las causas de su gris existencia. De ninguna de ellas se extraerá, sin embargo, ninguna enseñanza ni lección moral. Como mucho, la necesidad de aceptarse uno como es, como primer paso para poder echar a andar por el mundo con unas mínimas garantías, pero poco más. 

Si por algo destaca Inframundo es por su gran atractivo visual. El gran formato en el que se ha publicado permite a Pep Brocal componer de nuevo grandes viñetas, en ocasiones incluso a doble página, donde el lector debe guiar su lectura a través de los bocadillos. De nuevo, el trazo y el color son los dos hilos conductores de la obra, manejados con gran maestría por su autor. Esta vez, la paleta que utiliza es más amplia y el autor se permite así mezclar varios tonos con gran maestría. Con todos estos elementos, consigue que el ritmo de la narración sea muy vivo y logra mantener la atención del lector de manera permanente.

Pep Brocal es más ambicioso en esta obra que en las dos anteriores: para empezar, utiliza un repertorio de personajes más amplio, ya que así lo requiere la narración. La acción se localiza en una mayor variedad de ambientes, de hecho, los diez capítulos que componen el álbum se titulan como los nombres de las diez localizaciones en que se desarrolla la historia. Por último, se mezclan en ella otros ingredientes de la más diversa procedencia: el guía espiritual de Amelia, también heredado de su madre, es nada menos que Bruce Lee; su amor frustrado recuerda vagamente a Popeye; también hacen su aparición Dante y la isla de los muertos de Arnold Böcklin; las Canciones a los niños muertos de Gustav Mahler; mitos clásicos como el de Sísifo, y otros más modernos como el de la sala de espera de las almas que están esperando destino que hemos visto en tantas películas; una versión masculina de la diosa egipcia Bastet;… No en vano, el título completo de la obra hace referencia a ese catálogo de seres extraños que pueblan sus páginas.

La excelente edición de Astiberri arropa con gran mimo este cuidado y enrevesado nuevo relato de Pep Brocal, que se reafirma como uno de los autores al que hay que seguir con entusiasmo.

Tenéis mas muestras de su trabajo en su web, pepbrocal.org

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