Reseña de Cómic
El Chico de los Ojos de Gato
de Kazuo Umezz
Edición española: Satori (III y VI-2020), según la edición original japonesa a cargo de Shogakukan (2006)
2 tomos b/n de 536 y 488 páginas, respectivamente. Sentido de lectura oriental. Encuadernación en rústica con sobrecubierta.
Entre la jungla de novedades mensuales, la edición de manga clásico va ganando terreno poco a poco. Resulta complicado que estas obras se hagan un hueco en el mercado: el lector habitual de tebeos ya tiene difícil escoger entre la multitud de novedades mensuales que se le vienen encima de manera regular, como para tener que añadir un nuevo género a seguir; y algo parecido le sucede al lector habitual de manga que, el pasado mes de julio, sin ir más lejos, tenía que escoger entre cerca de setenta obras.
Sin embargo, desde mi punto de vista, pocos géneros resultan más estimulantes y fecundos que este. Si se consiguen vencer las reticencias y dificultades iniciales, el verdadero aficionado al cómic encontrará aquí un auténtico paraíso repleto de originalidad y frescura, temáticas poco habituales y una gran cantidad de autores como la copa de un pino. Como siempre, hay que tener cuidado y evitar determinadas ediciones que no reúnen una calidad de reproducción adecuada (me viene a la cabeza el destrozo que ha hecho la editorial Kodai de una verdadera joya como es La ciudad del atardecer, de Fumiyo Kuono, en el que una rotulación deleznable impide la lectura de la obra). Otras veces, es la edición original japonesa la que no da para más. véase el caso de Lupin III, reeditada hace unos meses por Panini, en la que a los personajes les falta poco para ser del tamaño de hormigas (y eso que se mejora notablemente la espantosa edición perpetrada por Mangaline en 2006).
Afortunadamente, de un tiempo a esta parte, la situación está cambiando. Las grandes editoriales han mejorado notablemente la calidad de las publicaciones de este tipo. Véase como ejemplo lo que está haciendo Planeta con la obra Osamu Tezuka, reproducida con un formato mayor del habitual, encuadernación en cartoné, utilizando un buen papel y obteniendo una notable calidad de reproducción de los originales —¡qué pena que no se hayan esforzado un poco más con el diseño de las portadas!—. Hay más casos afortunados: Panini, con Devilman de Go Nagai; Ponent Mon, que sigue ampliando el extenso catálogo de obras de Jirō Taniguchi; Astiberri, que continúa con la necesaria publicación de la obra de Shigeru Mizuki; ECC, que nos ha traído los excelentes trabajos de Kazuo Kamimura —más, ¡por favor!—, los jidaimonos de Kazuo Koike o Hiroshi Hirata y, más recientemente, clásicos del shonen tan relevantes como la La rosa de Versalles de Riyoko Ikeda, …

Todavía es más destacable el trabajo de pequeñas editoriales, que haciendo un gran esfuerzo, se las apañan para conseguir unas ediciones admirables. Llegado a este punto, me gustaría destacar especialmente la labor de tres de ellas, aunque no son las únicas: Ediciones Tomodomo, con su recuperación de la obra de Moto Hagio; Gallo Nero Ediciones, que lo ha bordado con sus maravillosas e imprescindibles traducciones de gekiga, donde destacan, muy especialmente, las de los hermanos Tsuge; y la asturiana Satori Ediciones, que está reuniendo un catálogo de clásicos del manga realmente espectacular, con obras de Miyako Maki, Shōtarō Ishinomori, Kazuo Umezz, y a los que pronto se unirán otras de Yoshihiro Tatsumi, Daijiro Morohoshi, Ryoichi Ikegami o Leiji Matsumoto.
Kazuo Umezz es, junto con Shigeru Mizuki, el autor más importante del cómic de horror japonés y uno de los grandes maestros de la historia del manga, pues también practica otros géneros como el humor y la ciencia ficción. Hasta la fecha, en España sólo se había publicado Aula a la deriva (Hyôryû Kyôshitsu), su obra más conocida internacionalmente, en la que narra la historia de un grupo de estudiantes de un instituto que luchan por su supervivencia en un mundo misterioso al que han sido transportados después de un terremoto. Fue escrita casi treinta años antes que Battle Royale. Aula a la deriva, publicada entre 2008 y 2010 por Ponent Mon, fue un fracaso absoluto de ventas en nuestro país, seguramente por haberse adelantado varios años a este pequeño revival al que asistimos ahora. Muchas de las obras más famosas de Umezz permanecen aún inéditas en España: entre ellas cabe destacar Watashi wa Shingo, la historia de un ordenador que toma conciencia de si mismo gracias a los esfuerzos de una pareja de jóvenes; o 14 Sai, que describe un futuro no muy lejano, donde nuestra civilización está en ruinas y se nos muestra a los supervivientes de la raza humana intentando evitar la extinción de la especie.
Sus guiones resultan siempre muy originales y están narrados desde un punto de vista muy personal. Como dibujante, su talento es innegable: sus personajes resultan realistas aunque sean imaginarios; hay en su obra algo que la hace convincente, a pesar de los extravagantes seres que pueblan sus páginas. Sin ir más lejos, en este El chico de los ojos de gato (Nekome Kozō), a pesar de estar realizada a caballo entre los años sesenta y setenta, hay algunas viñetas que todavía hoy en día resultan impactantes. Además, tal lapso de tiempo añade un toque vintage a su dibujo que todavía lo hace más atractivo: resultan particularmente interesantes en este sentido el interior de las guardas del segundo tomo y alguna de las páginas a color o en bitono de la etapa publicada originalmente en la revista Shōnen Sunday.
Estos dos gruesos volúmenes contienen un total de once historias protagonizadas por el extraño personaje que da nombre a la serie: inicialmente, no se conoce su origen y hay que ir conociendo sus características a medida que avanza el relato. Vagabundea escondido entre los humanos, le gusta ocultarse en los desvanes de las casas y observar a sus habitantes, pero no le gusta la compañía y posee un sentido del humor algo peculiar. Las personas le resultan a la vez interesantes y repulsivas.
Si bien en las dos primeras historias el trazo de Umezz todavía se nota en plena evolución y se ve que no sabe que hacer con su personaje, a la altura del tercer relato, dibujo y guión ya son plenamente efectivos: será aquí donde se nos explique que el protagonista, es el hijo de un nekomata o gato fantasma, un yōkai de las montañas que sólo tiene descendencia una vez cada trescientos años. Sin embargo, algo salió mal en esta ocasión: la criatura se parece demasiado a los humanos, por lo que es rechazada por los demonios. Su padre terminará confiando la criatura a Mimi, una joven solterona del pueblo de Shingū, con escaso éxito, ya que su descendiente tampoco será bienvenido entre los humanos.
A lo largo de sus aventuras desfilarán una pléyade de seres extraños y malvados, ya sean reales o imaginarios: desde diablos que se reproducen utilizando tumores malignos, hasta jóvenes sádicos que disfrutan torturando a los insectos de su colección. Para mi gusto, los relatos pertenecientes al periodo Shōnen Sunday están un peldaño por encima de los demás a todos los niveles: desde la siniestra historia un chico que desea seguir junto a su madre muerta, hasta las crueles fantasías sufridas por el amigo imaginario de un chico impedido.
Las más de mil páginas de las que constan las aventuras del chico gato se hacen pocas cuando se terminan. Afortunadamente, para el mes de septiembre está anunciada una nueva recopilación de relatos de Umezz: La casa de los insectos.