Reseña de Cómic
Green Arrow: El Arco del Cazador
de Mike Grell

Jesús Mateos


Editorial americana: DC Comics
Contenido original: Green Arrow: The Longbow Hunters núms. 1-3, Adventure Comics núms. 256 USA

Editorial española: ECC
Guion de Mike Grell y Otto Binder
Dibujo de Al Plastino y Mike Grell
Cartoné. Color. 160 páginas. 12,99 euros
ISBN: 978-84-16796-19-9

Cuando DC se reinventaba de los pies a la cabeza con su primer gran reinicio en las Crisis en Tierras Infinitas de 1985, todos los grandes héroes de la editorial tuvieron su nuevo punto de arranque con gran acierto y éxito tanto por parte de los compradores como de la crítica. Grandes autores tomaban los personajes clásicos y los despojaban de los lastres acumulados de una pesada continuidad tras tantas décadas. Green Arrow no se quedó atrás y Mike Grell un escritor y dibujante con gran recorrido en DC (en Aquaman o Green Lantern o con series míticas como Warlord, con la que compitió contra el arrollador Conan de Marvel a mitad de los 70) tuvo vía libre para hacer lo que habían hecho Byrne o George Pérez con Superman y Wonder Woman respectivamente. Y vaya que si lo hizo.

Grell quita al súper héroe de la ecuación y nos quedamos con el hombre que hay detrás: sin cueva, sin dinero, sin Star City, sin traje clásico, sin flechas trucadas; solo con su aguerrida Canario Negro y algunos retazos importantes de su pasado como la dureza de ver a Speedy enganchado o la pérdida de su fortuna. Y no sólo lo despoja de todos esos elementos, sino que algunos podrían pensar que incluso borra esa inocencia característica de los súper héroes, volviéndolo algo cínico, fatalista y potenciando su sonrisa frívola y encantadora como escudo ante los problemas que encara.

Mike Grell ya con el folio en blanco puede ponerse a trabajar y enfundar al arquero esmeralda de atrayentes novedades como su traslado a Seattle con Canario Negro a una casa que, por cierto, es arquitectónicamente preciosa, y que es un fiel reflejo de la personalidad de Oliver con una anacrónica torre que, sin embargo, no es nada ridícula, al igual que el arco no queda nada ridículo entre modernas armas de fuego (otro paralelismo con el medieval Robin Hood).

Oliver y Dinah Lance son presentados no ya como héroes sino como luchadores callejeros, como vigilantes en un mundo duro y terrible donde hay violencia, encubrimientos de delitos, drogas, bandas, yakuzas, mafias y empresarios sin escrúpulos que son tan peligrosas o más que cualquiera de los súper villanos propios a los que se enfrentaban otros héroes. Y es que al mantener los pies en la tierra nuestra pareja de héroes es herida, envejece, no acierta siempre, es apresada, emboscada y tiene miedo a un porvenir aciago. Pero también disfruta de su relación como adultos de la que poco o nada se había visto en las series de súper héroes hasta esos años, y es que la adultez de las tramas y el tratamiento de personajes se nota: Oliver y Dina se apoyan el uno en el otro y hacen cómplice al lector de su intimidad.

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Como reflejo en el tebeo de un vuelco que se dio en EEUU al gusto por los thrillers como El Precio del Poder (1983), Impacto súbito (1983) o Manhunter (1985) sobre asesinos en serie, violencia callejera y bandas, iniciamos esta miniserie con un caso doble para nuestros luchadores: capturar a un asesino en serie que azota los bajos fondos será la tarea de Oliver y una Canario Negro preciosamente dibujada (gracias al dominio de la anatomía clásica de Grell) irá de cabeza a investigar el tráfico de drogas de la ciudad. Pero el escabroso caso de la caza del asesino se ve truncado cuando la misión de Canario no va como esperaba y Oliver tiene que tomar el relevo. Un relevo que se le hace difícil al no estar en el pico de sus habilidades. Precisamente entre el rastreo del asesino y el cierre de la misión empezada por Dinah hará que Oliver tenga que volver aguzar sus sentidos, poner su instinto de acechador adquirido en la isla en la que naufragó y afilar sus flechas.

Oliver llega a un punto de inflexión física y moral por la aparición de una asesina japonesa muy eficaz (Shado) que hace que ambos casos apunten a la misma dirección. Como si fuera un documental moderno, los encuentros reiterados de ambos arqueros ponen de manifiesto las diferencias y parecidos de estos dos grandes animales depredadores en plena jungla de asfalto.

Creo que Grell hace un trabajo maravilloso al presentar a una Shado que siempre está en la cima de esta particular “cadena alimentaria” porque es más joven, rápida y habilidosa que el propio Oliver. Shado juega con Oliver aunque lo respeta; Oliver anda siempre un paso por detrás y no tiene más remedio que seguir el camino que le marca Shado.

Grell muestra una evolución en Green Arrow que lo lleva a convertirse en un reflejo de Shado, casi como si fuera un paso obligatorio para poder medirse con ella. Sacar “a pasear” a su cazador interior le repercute, tras los diversos acontecimientos de la trama, en la aceptación de que no es aconsejable para él y Dinah engendrar hijos aun cuando fue él mismo el promotor de la idea.

Volviendo a los villanos, podemos decir que el verdadero monstruo a batir es un viejo directivo con un pasado oculto, chulesco e intocable y sus atemorizados y sádicos socios. Este corrupto círculo va a enfangar a Green Arrow y poner a Canario Negro contra las cuerdas en una situación límite que la cambiaría durante los años venideros. No destaparemos los secretos de Shado ni su historia, sino que diremos que la resolución de todo el conflicto y las relaciones que se establecen entre los jugadores de este singular juego de “atrapa al ratón” es sencillamente impecable y se resuelve finalmente en un terreno 100% natural, lejos de callejones y sótanos, que permite a Oliver Queen mostrarse como el buen arquero que es.

Si la historia es un puro thriller muy cinematográfico ideado por Grell, su narración y su dibujo es incluso más espectacular. Por una parte tenemos un dominio exquisito y muy muy clásico de la anatomía, pero es que el uso del color aplicado a los lápices directamente en algunas viñetas es una gozada. Digamos que los diferentes estilos de acabados: tinta, lápices, saturación y estilo de coloreado, etc. ayudan a diferenciar los puntos de vista de la narración y posicionarnos en el espacio y el tiempo, por poner un ejemplo: las historias del pasado tienen un estilo, la acción en el presente otro. El ritmo narrativo se acelera o se frena según un uso muy diferente del número y disposición de viñetas, el dominio es de auténtico maestro.

Mike Grell pone detalles en los fondos cuando estos son necesarios y los simplifica (o elimina) cuando expande las expresiones faciales y los primeros planos. Tampoco hace ascos a ser explícito con la violencia o el desnudo en la parte gráfica: los usa sabiamente cuando son necesarios puesto que no se recrea en ellos. Es curioso pensar en las circunstancias que se tuvieron que dar en las oficinas de DC para que le dejaran tantísima libertad tanto en la parte argumental como en la parte gráfica.

Para poner la obra en un contexto gráfico se me vienen dos grandes obras que pueden ayudar a entender el arte de Mike Grell en el Arco del Cazador: por una parte, el más reciente Conan de Tomás Giorello (y Kurt Busiek) como un digno sucesor del uso del color directamente sobre el lápiz que da un toque magistral; y también me recuerda a una obra contemporánea de este El Cazador Acecha como lo fue el Ronin de Frank Miller por la evolución del color, las tecnologías de impresión y de formato que se estaban llevando a cabo a finales de los 80.

Green Arrow El Arco del Cazado es una obra que tiene grandes dosis de intriga, resolución de casos, y trae a un Oliver Queen sumamente interesante y humano que merece leerle, con un gran dibujo, color y detalle. Esta miniserie de tres números es una obra redonda que puede leerse tanto como acercamiento al personaje como para tomarlo como inicio de la larga serie que le siguió, 100% de Mike Grell.

Aprovecho para recordar a los más veteranos que leyeron la mencionada serie en su momento que recientemente se ha puesto a la venta el Omnibus HC editado directamente por DC en inglés: un tomazo de 1.512 páginas que pretende recoger la primera parte de la serie que vino tras este pistoletazo de salida. El tipo de serie que difícilmente llegaría a nuestras librerías.

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