Reseña de Cómics
Satanela
de Alfonso Bueno y Diego Simone

Edición española: Grafito
Precio: 16 euros

La primera vez que Alfonso Bueno vio el nombre de Satanela, fue visitando una exposición de carteles de jazz en la Biblioteca Nacional de Madrid. El interés del guionista por la figura de esta desconocida vedette, de la que apenas encontró un par de noticias en la prensa publicadas entre 1925 y 1926, acabó siendo el germen de su último -y homónimo- cómic; que acaba de ser publicado por Grafito en un volumen muy bien editado. Con una calidad de papel muy por encima de lo que, tristemente, viene siendo habitual en el mercado español.

En Satanela, Bueno -perfectamente acompañado por el arte del argentino Diego Simone- sumerge al lector en el Madrid de los años veinte para contar un historia en la que el terror y el misterio se entremezclan. La propuesta arranca con la llegada a Madrid, en concreto, a una reconocible estación de Atocha, del descarado y mujeriego trompetista Diego Felgueroso, que se ha propuesto abrirse camino en la ciudad -y entre las faldas de la que se preste- a través de la música de su trompeta.

El artista aterriza en la ciudad gracias a Rigoberto, un viejo amigo que le ha conseguido una prueba para unirse al grupo de músicos del Cabaret de la Nada. Ya el primer día, tocando la trompeta sobre las tablas del establecimiento, Felgueroso queda prendado de Satanela; una atractiva y misteriosa bailarina que termina condenando al recién llegado a una dimensión paralela conocida como Antimundo. Lo que viene después es una historia de venganza con tintes sobrenaturales.

El (auténtico) Madrid de los años 20

Para crear este cómic, Alfonso Bueno emplea personajes sacados directamente del Madrid de los años veinte del siglo pasado. Y es que el creador encontró en su investigación sobre Satanela los ingredientes necesarios para contar una buena historia. Especialmente, en la extraña desaparición de la vedette, ocurrida en 1926, según la prensa de la época. «De ella solo se mencionaba su apodo, algo llamativo si tenemos en cuenta la indiscreción de los diarios de la época, que mencionaban hasta la dirección de la víctima», explica en los extras de Satanela el guionista español.

Sea como fuere, el interés del escritor por el caso hizo que comenzase a estudiar a los integrantes de la banda musical de la bailarina. Esta investigación le llevó, incluso, a entrevistar en varias ocasiones a la ya nonagenaria Maruja Avecilla: la auténtica sobrina de Rigoberto Aparicio, el contrabajista que consigue trabajo en la capital a Diego Felgueroso y que cuenta con un rol destacado en el cómic.

«Algunos recuerdos de Maruja están incluidos en la danza de Satanela, como el bolero Aquellos ojos verdes, que músicos cubanos trajeron a la península mucho antes de que fuera popularizado por Nat King Cole. Los retratos también me resultaron de ayuda, incluyendo uno de Satanela falsamente atribuido a la actriz Louise Brooks», dice Bueno.

Las fotografías de Maruja tienen un gran peso en el diseño de los personajes que pueblan las páginas del cómic. Así lo demuestran los Rigoberto y Satanela dibujados por Simone, que guardan un gran parecido con los que caminaron por las calles de Madrid a mediados de los años veinte, como se puede comprobar en los extras del cómic.

Una historia de misterio al estilo de la época

También gusta ver la capital de España de la época en forma de viñetas. Aunque muchos de los emplazamientos que aparecen son inventados, y cuentan con influencias del expresionismo alemán y los establecimientos parisinos de ese tiempo, un madrileño no puede dejar de ver su ciudad en cada una de las páginas. Y, además, creérsela.

Lo mismo se puede decir de una historia que casa perfectamente con los gustos de finales del siglo XIX y principios del XX, cuando la sociedad española vivió con sumo interés casos como el de la Vampira de Barcelona o el del Sacamantecas. Dos extraños sucesos teñidos por la muerte y la desaparición que han pasado ya a forma parte de la historia contemporánea del país y de cuyo tono, y ambiente lóbrego, Satanela bebe sin remilgos.

Cuando la historia termina, y el cómic retorna a la estantería, deja en el lector una sensación agradable. Mucho mejor de lo que viene siendo habitual con las propuestas más convencionales del cómic estadounidense. Hacia el final de los extras, Bueno explica que Maruja Avecilla le acaba de informar de que ha encontrado más información sobre el caso de Satanela. Si a este descubrimiento le sumamos que la obra finaliza de forma completamente abierta, no es descabellado pensar que, próximamente, podríamos estar leyendo su continuación.

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