Reseña de Cómic
Los Maestros Cerveceros
de Van Hamme y Vallès
Edición española: Dolmen
Los Maestros Cerveceros es una de esas sagas que solo pueden darse en el cómic europeo. Un tipo de cómic capaz de contar durante años una saga generacional en la que la acción se nos ofrece con cuentagotas y que lo importante de la historia es la interrelación entre personajes y el fresco histórico que nos ofrece. Por las páginas de esta saga vemos pasar los primeros movimientos obreros, el cambio de la sociedad del XIX al XX, la Primera Guerra Mundial y las semillas del fascismo, mientras seguimos los pasos de una familia propietaria de una fábrica de cervezas.
Y es que la cerveza es lo más importante aquí; los personajes van cambiando y haciéndose a un lado conforme la historia avanza, sustituidos por nuevas generaciones de la familia y por secundarios que llegan a tener un papel importante, pero la cerveza, la empresa alrededor de la cual gira todo, permanece, y somos testigos de su nacimiento, con una primera parte en la que nos muestran de una forma muy pedagógica cómo se produce y los descubrimientos y técnicas que dieron lugar a la cerveza tal y como hoy la conocemos y su evolución a lo largo del tiempo.
Cada álbum (en dos tomos se recogen de forma integral todos) se centra en un personaje y un año concreto y Van Hamme, el guionista, es capaz de enlazar de forma natural una historia tras otra sin que tengamos la sensación de un cambio brusco o forzado. Destaca sobre todo en la caracterización de personajes, tanto masculinos como femeninos, algunos para recordar.
Sí algo puedo achacarle al guion es quizás el abuso de tragedias o situaciones que, si bien son posibles —hijos ilegítimos, violaciones, infidelidades, divorcios, complots y secretos—, es bastante improbable que se produzcan concentradas en una misma familia, pero se entiende que este recurso es necesario para mantener el interés del lector y hacer que la trama avance, además no se recrea en ellos, son simplemente una palanca dónde apoyar la narración.
El dibujo de Francis Vallès es bueno, muy bueno, con un trabajazo que se ve en cada página; aquí no vamos a ver splash pages, páginas dobles ni los trucos típicos del dibujante vago. Hay innumerables viñetas en cada plancha y la representación de la vestimenta, la arquitectura y los paisajes de cada momento histórico dejan claro que el dibujante ha hecho los deberes. Su punto fuerte son las expresiones faciales y cómo es capaz de dejar patente el paso del tiempo en los personajes y los paisajes. Cada álbum abre con una página doble, las únicas que vemos en la historia, en la que se representa como va cambiando el pueblo que ve nacer a la cervecería, así como en el vestuario, y en su contra, hay que señalar cierto estatismo en las figuras que se pone de manifiesto, sobre todo, en las escenas de acción, pero estas son tan escasas que realmente no es reseñable.
En conjunto, un cómic que no llega a la categoría de obra maestra, pero sí muy buena, y qué hará disfrutar a cualquier lector que le dé una oportunidad, especialmente si está interesado en la historia europea. O en la cerveza.