Reseña de cómic
El juicio de Reed Richards – El juicio de Galactus
Oscar Ríos
Editorial original: Marvel Comic
Guion y dibujo: John Byrne
Contenido: Fantastic Four 242-243-244-257-258-259-260-261
El Byrne que llego a los 4 Fantásticos era un artista deseoso de abandonar la sombra de otros guionistas y demostrar que “él era el mejor”, en cierta forma se repetía la situación que décadas atrás se había producido con el tándem Lee/Kirby. No es casual (a mi entender) que precisamente fuera la colección de la Primera Familia la que escogió para enseñar al mundo de lo que era capaz.
Con una intención apenas disimulada de realizar un “reinicio” (en aquellos años ni existía el termino en el mundo del cómic) de la que fuera la más grande colección de Marvel, disecciono la colección fijando los conceptos básicos de la misma y con cuidado respeto les dio esplendor, de manera que los jóvenes lectores de los años 80 pudieran fijarse en ellos.
Desde su llegada a la colección, John Byrne fue recolocando uno por uno los que consideraba los pilares de la colección, pero lo hizo a tal ritmo que casi nos recuerda la vertiginosa creatividad de Lee/Kirby. Recordemos que, entre la Saga de Zorba y El Viaje a la Zona Negativa, pasando por El Juicio de Reed Richards, pasa poco más de un año. Un año que nos dejó 3 de las mejores sagas de la historia del grupo.
Byrne es plenamente consciente del trabajo que esta realizando, si la Trilogía de Galactus asombró a los fans de los años 60 y fijó lo cósmico como uno de los motores de la editorial, este Juicio de Galactus redefiniría el estatus del personaje en la Marvel de los años 80. Y es por ello que no tiene prisa poniendo los cimientos de la historia.
Mientras desarrolla historias de calado, como el traslado de Attilan hasta la Zona Azul de la Luna, o el nacimiento de la hija de Pietro y Cristal. Nos intercala la subtrama de Frankie Raye, la que en aquel momento parecía que no pasaría de ser otra novia del mujeriego de Johnny y en la que el aficionado medio apenas reparó dado lo abrumador de los acontecimientos. Tras Attilan, Byrne dejo boquiabiertos a los aficionados mostrándonos al fin a la vieja Tía Petunia, para acto seguido devolvernos la faceta cósmica del grupo de la mano de uno de los heraldos de Galactus, estamos hablando de Terrax.
ESTA RESEÑA CONTIENE SPOILERS SOBRE EL JUICIO DE REED RICHARDS
Terrax, antiguo dictador de un lejano mundo y gracias a la intervención de Los 4 Fantásticos, heraldo de Galactus, viene a la Tierra en busca de ayuda del cuarteto contra su antiguo amo. Según les dice, El Devorador de Mundos está al límite de su energía cósmica, por lo que no debería de costarles derrotarle. La naturaleza traicionera del Heraldo hace que decida chantajearles y para ello transporta la isla de Manhattan hasta el espacio, haciendo que la todavía Chica Invisible deba de llevar su poder al limite al cubrir toda la isla con su campo de fuerza y salvando así millones de vidas. Desde esta historia Sue no volvería a ser un mero acompañante, el proceso de transformación en Mujer Invisible había comenzado.
Tras el enfrentamiento con los 4 Fantásticos, Terrax y algunos Vengadores, un exangüe Galactus cae derrotado. El otrora poderoso Devorador esta al borde de la muerte, y los héroes se enfrentan a un dilema moral. ¿Es licito dejar morir a un ser pudiendo salvarlo?
Ante ese dilema, Reed Richards convence al resto de los héroes de la obligación moral de salvar la vida del titán. Reed localiza una serie de mundos sin habitantes para que sean consumidos por el Devorador y Frankie Raye, en un sacrificio voluntario que nos recuerda al que hizo Norrin Radd se ofrece como Heraldo. Frente a la perfidia de Terrax, Galactus volvía a tener un heraldo con la nobleza de Estela Plateada.
Con el paso del tiempo vemos a un Galactus melancólico, su transformación vital lo ha convertido en un ser con conciencia, con empatía hacia los seres vivos, pero alejado de lo que es su propia esencia vital. Ha de ser la propia Muerte la que le convence de su importancia en el teatro cósmico y de su obligación de acatar su destino volviendo a ser el Devorador de Mundos. Siendo el primer acto de este nuevo Galactus consciente de su importancia en el universo el de devorar el Mundo Trono Skrull.
Esta acción provoca el secuestro, tortura y posterior juicio a Reed Richards siendo acusado de corresponsabilidad en la destrucción del mundo Skrull, como no podía ser de otra manera. Un evento de esta importancia es motivo para que en el juicio estén presentes las principales entidades cósmicas; Uatu, Odin, Eternidad o el propio Galactus.
No desvelaremos aquí las argumentaciones de la defensa, para declarar inocente a Reed, y por ende al propio Galactus. Tan sólo diremos que esta historia recolocó a Galactus en el centro del tablero cósmico de Marvel.
El Juicio de Reed Richards (o si el lector lo prefiere El Juicio de Galactus) es una obra maestra del cómic norteamericano de los años 80. El guión de John Byrne es excepcional y tan sólo queda por debajo de la calidad de su propio dibujo. El Byrne que vemos aquí esta en plenitud y pese a la carga de trabajo que llevaba en aquel momento, se entinta a sí mismo completando unos lápices ya de por si soberbios.
Si un pero se le puede poner a esta obra, es la propia presencia de John Byrne en el cómic. El autor aprovechando que se publicaba en el llamado “mes del asistente” recuperó una pequeña broma que de tanto en tanto usaban los propios Lee/Kirby al aparecer ellos mismos en las historias presentándose como meros transmisores de las historias que los héroes protagonizaban. Si bien, en los años 60 esto era aceptable, bien entrados los 80 y en una historia de este calado se nos antoja excesiva.