Reseña de Cómic
Los Buenos Veranos
de Zidrou y Jordi Lafebre
Edición original: Les Beaux Étés
Edición francesa: Dargaud
Edición española: Norma Editorial
Guión: Zidrou
Dibujo: Jordi Lafebre
El cómic europeo, la BD, es muy diferente del cómic americano, esto es una obviedad que no hace falta recalcar pero, en lecturas como ésta que hoy tratamos, es cuando esa diferencia se hace más palpable y evidente.
Y es que incluso el más grande del comic yanki (un servidor aprendió a leer con cómics de Spiderman) es consciente de que la planificación, el tiempo y el mimo que se le dedica a las obras de la BD francesa (hasta un año por poco más de 50 páginas) marca la diferencia y da como resultado obras como Los Buenos Veranos.
En este título, el guionista francés Zidrou nos plantea una historia que no tiene una trama compleja y profunda, nada de acción ni giros dramáticos que sorprendan al lector, sólo nos cuenta las vacaciones de una familia belga de los años 70.
Un viaje en coche que para el que fuera niño en esa década o en la de los 80 es también un viaje a su infancia. Esas vacaciones de un mes en la playa, pero que se sentían como si fueran de un año, en ese coche cargado con toda la casa (literalmente), sin cinturones de seguridad. El viaje en si mismo era una aventura, en esos veranos, que en el recuerdo, parecen mucho más largos y en los que se vivieron peripecias y experiencias que ayudaron a conformar al adulto en que nos convertimos.
En el primer álbum conocemos a los personajes, ese padre (dibujante de profesión) que a duras penas gana para mantener a la familia pero que aún sueña con conseguir un éxito que le dé la fama. A esa madre que ama a los suyos pero que cada vez se siente más insatisfecha con la vida que tiene, tan diferente a la que soñó cuando era joven. A ese hijo mayor, tímido y soñador que se refugia en los tebeos y en su amigo imaginario (con el que muchos lectores se sentirán identificados). Al hermano pequeño para el que todo es nuevo y una aventura en sí. La hermana mayor, ya una adolescente, que empieza a ser consciente del mundo que le rodea y la realidad del matrimonio de sus padres… Todos los personajes están perfectamente perfilados desde las primeras páginas, sin estereotipos pero tan tridimensionales que podrían ser perfectamente retratos de personas reales.
La interrelación entre estos, las anécdotas y situaciones que se dan en el viaje, desde la lucha con otros turistas por el mejor sitio para la acampada, hasta las canciones que cantan durante el viaje, los pequeños rituales familiares… todo contribuye a dar una sensación de realidad, de que lo que estás viendo no es inventado sino la vida de una familia en un verano que les enfrenta a muchas cosas; la decepción vital, el redescubrimiento del amor, la presencia de la muerte, el hacerse adulto… rara vez tan pocas páginas contaron tanto.
En cuanto al dibujo, poco hay que decir, solo mirar las páginas. Lafebre no necesita grandes artificios para demostrar el gran de artista que es, con una narrativa sencilla pero fluida, una expresividad en las caras que hace innecesaria muchas veces la presencia de diálogos y sobre todo un color magistral…hasta ha plasmado el estampado de la ropa y el papel de pared que se usaba en la época. De la primera a la última página, da toda una lección de dibujo.
Esta es una de esas lecturas que una vez terminada la empiezas de nuevo simplemente para disfrutar del arte.
Qué más decir, no es una obra maestra ni lo pretende, pero es una lectura que, cuando la terminas, se queda en tu cabeza y permanece ahí mucho tiempo.
De pocos cómics se puede decir eso.